Antes habíamos hablado sobre la esencia del ser humano, siempre dual, siempre ángel y demonio, puesta en texto una vez más en la moderna historia de R.L. Stevenson titulada “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”; pero luego transitamos de alguna manera al tema de los “deja vu” y la teoría de los mundos paralelos como posible explicación de ellos.
Entonces, ya de camino a casa, esta vez caminando en la alta madrugada por calles solitarias, súbito me vino a la mente una explicación quizás inédita, tanto para la ocurrencia de los misteriosos “ya vividos”, como para la intrínseca condición de ángel y demonio de todo ser humano, del bien y el mal siempre contenido en cada alma insuflada por el Supremo Creador con esta doble condición.
¿Sería posible que en cada pequeño trance de un “deja vu” se estuvieran de momento encontrando “los dos” que todos somos; ello pensando que de ser cierta la teoría de los mundos paralelos, y si sólo fueran dos, en uno discurriera por completo la vida de nuestro ángel y en otro la de nuestro demonio?
Y es que en general todos pensamos sólo “esto ya lo viví antes”, pero creo que nunca se nos ocurre que “el otro” que todos somos, si llevara también una “vida otra” y tuviera un “pensamiento otro”, de manera ocasional podrían coincidir con nuestra “vida principal” y nuestro “pensamiento principal”, por lo que en general todos nos conocen. Eso es algo que nos pasa con otras personas, con frecuencia las más cercanas a nosotros, y entonces lo expresamos como “transmisión de pensamientos”, o “al parecer estamos conectados telepáticamente”, etc., pero creo que nunca hacemos esta reflexión cuando en el minúsculo suceso de un “deja vu”, el otro que piensa lo mismo es nuestro otro yo, porque es el pensamiento de nuestro “alter ego” que de momento ocupa el nuestro.
Con estas ideas llegué por fin a mi casa, desde hace meses ocupada sólo por mí tras separarme de mi mujer; fui directo a la cocina para prepararme un café que siempre me gusta tomar mientras escribo algunas cosas que se me han ocurrido en algún momento de mis más recientes horas de vigilia, y al final, ya café en mano, abrí la puerta de mi estudio, encendí la luz y ante mí, de espaldas, a escasos metros, encontré a alguien sentado frente a mi escritorio escribiendo, y pensé entonces: “esto ya lo viví antes”…de inmediato se me heló la sangre, pero el escribiente se esfumó ante mis ojos…pasaron algunos minutos antes de recobrar la compostura y así me acerqué con lentitud a mi escritorio, aún temeroso…allí había una hoja de papel manuscrita que no recordaba haber dejado, pero igual la tomé en mis manos para leerla…eran estas mismas líneas escritas con una letra que no era la mía.
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