-Si continúan de esa manera, sus ojos ya no verán, sus oídos ya no oirán, sus bocas no hablaran, y sus espíritus este mundo abandonaran!- Así el viejo que todas las mañanas se ponía a predicar a la entrada de la Villa levantaba a los habitantes, quienes tras preguntarse quien es el que hacia semejante escándalo tan temprano, despejaban todas sus dudas al escuchar el discurso del avejentado hombre, a quien todos conocían como el Predicador.

-Comer es un mal que debe ser evitado en lo posible! Tu cuerpo, tu cuerpo es impuro, es malévolo por querer que tu comas mas, pero debes luchar si tu alma deseas salvar-

Todos en el fondo sabían de que se trataba lo que a oídos de cualquier extraño sonaría como un total disparate. Comer era la nueva actividad que seria atacada por quienes gobernaban esta comunidad. La Villa, como todos la llamaban,estaba regida por dos hermanos de avanzada edad: El Predicador, quien daba esos discursos en el centro de la población, y el Escriba, quien hacia las leyes que el centenar de habitantes debían obedecer. Y es así que pronto, junto al predicador apareció el mencionado Escriba, quien se encargaría de dar a conocer las nuevas reglas que todos los habitantes deberían cumplir. De nuevo,se ataco la necesidad de comer, era malvado hacerlo,y se debía alimentar con solo lo necesario para seguir existiendo, ademas se recalcaron todas las actividades ya prohibidas: beber, correr, jugar, tener relaciones sexuales, hablar alto, hablar bajo, llorar, gritar, curar enfermedades, entre otras. Todo estaba prohibido por el escriba, quien estaba seguro que su enorme lista de impedimentos mantendría la paz y armonía deseada en la Villa de una vez por todas.

De esta forma los habitantes, ya levantados y fuera de sus pequeñas casas aplaudieron las nuevas leyes, convencidos de que si algo esta escrito y prohibido por el escriba, eso bastara para que se vuelva realidad. Así es como siempre es, así es como siempre debe ser.

Mientras tanto el viejo predicador finalmente hacia silencio para que todos oyeran con cuidado las leyes que se deberían cumplir, aunque el se las recordaría constantemente en los días siguientes, era importante que lo escuchen primero de la boca de su hermano, y reforzar la idea de que todo lo que dicen ambos, se va a cumplir, lo cual era así. ¿Por que no se cumpliría? ¿que fuerza puede existir capaz de ir en contra de la voluntad del escriba y la elocuencia del predicador? ¿acaso existe algo ya en las personas que los impulsan a ser de cierta manera, a realizar cierto tipo de cosas, a necesitar ciertos elementos? claramente no, sino lo que estos dos viejos hacen seria algo atroz, horrible e inimaginable. Por ello todos en la villa convencidos de esta realidad, jamás cuestionarían nada, porque si el escriba lo redacta y el predicador lo anuncia, es obvio que es la realidad.

Y así mientras en el centro todos estaban reunidos al oeste de la Villa en un agujero se podían ver a aquellos cuerpos que habían muerto de sed, cuando tomar agua se limito en extremo, al sur estaban enterrados quienes murieron por falta de medicinas y curaciones cuando estas fueron prohibidas. Al este, en una fosa común yacían los que se habían muerto por diferentes motivos pero que no pudieron ser salvados, cuando llorar y pedir ayuda y auxilio fue también prohibido. Y ahora, al norte ya se hallaban unos cuantos cavando la zanja en la cual depositaran a quienes no consigan pasar al nuevo reglamento de no comer, que entraba en vigencia entre los gritos y algarabía de sus futuras victimas.

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