Hace ya tiempo que busco y no encuentro. Me gustaría estar siempre a su vera, sentir su presencia, abrazarla gozoso, fundirme en su inolvidable fragancia, sentir el tacto de su piel, pero no la encuentro. Cuando ella me acompaña, todo cambia, veo el mundo de una y mil formas, todas distintas, todas maravillosas. Puedo ver un chicle pegado en el suelo y crear la más revolucionaria e innovadora de las historias. Es por eso que la anhelo, la extraño y a la vez la deseo con mi más férvido interés. Ahora entiendo la eterna comparación de la noche y el día, ahora sé de memoria su intrínseco significado, ella me lo ha enseñado, sin ser necesarias clases, sin ser necesarias prácticas, solo sentirla a mi lado consiguió todo de una vez. ¿Dónde estás? ¡Ven por favor!

Busco desesperado, busco en el infinito y en ningún lugar. Busco tras las paredes y detrás de los armarios, entre las prendas desordenadas de mis desgastados cajones. No sé ya dónde buscar, me desespero, vivo en una laguna seca, necesito agua, te necesito, pero eres testaruda, escurridiza y hasta un poco desalmada. ¿Será por eso que aquellos que te encuentran cambian sus vidas? Sé de alguno que te encontró y te disfrutó como hacen los amantes en las noches de verano, sin tapujos, con frescura y armonía, disfrutando de la vida, de cada instante de tu presencia, de tu inolvidable aroma. Algún listillo me ha contado, que hubo un indigente que malvivía tirado por los rincones, comía los restos de las basuras, durmiendo tirado en cualquier banco, a la intemperie, pero te encontró y todo cambió en su existencia. Como la cara y la cruz, pasó a ser conocido, lo conocían hasta en los lugares más recónditos del planeta. Pasó de la calle a la mansión y todo porque te cruzaste un día en su camino. ¡Eres grande! ¡Eres inigualable! ¡Quién pudiera tenerte! Aunque fuera solo por un instante, aunque fuera tan fugaz que casi ni pudiera recordarte.

En los pozos más abundantes de mi tierra sobra el agua, abundan las malas hierbas. Por eso yo bebo de otra fuente a ver si se me va a pegar la desgracia. Desde que te busco soy más cauto y precavido, las malas lenguas dicen que aquellos que te poseen son fuente de envidia y resquemor, según dicen muchos murieron asesinados por un roce de tu fragancia, otros tuvieron más suerte y fueron apresados sin motivo ni razón aparente, pero al menos conservaron su energía, eso solo por dormir a tu lado. Según cuentan, eres caprichosa, no siempre permaneces fiel a quien te descubre. Algún paisano terminó su existencia después de dejarlo maltrecho tras haber recorrido juntos parte de su vida. Pero no quiero engañarme, sé de sobra que no solo estas con uno, que te repartes entre miles, los coges, los dejas, cambias, alegras, arruinas, das vida y hasta las terminas.

Nunca antes había sido celoso, tal vez nunca antes había querido tanto. Será que mis sentimientos están consiguiendo vencer a mi razón. Será que me revuelve las entrañas saber que tantos otros te han poseído, alguno te posee, y yo me muero por dentro del dolor por las cuchillas envenenadas de la envidia. Estas consiguiendo generar en mi sensaciones nunca antes vividas. Muchos no saben lo que significa querer, hasta conocer algo tan intenso, tan inolvidable como tú. No sé si será amor, tal vez sea una fulgurante emoción que me desgarra, me inquieta y me conmueve. ¡No lo sé! Pero esa sensación, ese desamor, esa desazón son la misma que me hacen seguir, no desfallecer. Por el camino quedaron muchos pajarillos, unos piaban generaban estridentes sonidos. Otros emitían acordes hasta ese momento nunca antes escuchados, y luego estaban los que cantaban como ángeles del cielo. Por eso quiero llegar al cielo, para cantarte con la música de mi deseo, para crear cada día nuevos sonetos, nuevas y atrayentes historias. Donde los buenos no se diferencian de los malos porque estás tan hipnotizado que solo quieren seguir dando nuevos pasos en ese nuevo camino que gracias a ti, he creado.

Un rayo partió el cielo, estaba negro, daba miedo. Mi niño comenzó a llorar desconsolado, parecía que el mundo se había terminado. Yo intenté consolarle, dándole mimos y abrazos, pero pronto descubrí que esa no era la forma, era tan solo un atajo. No quiero que nadie me mal interprete, pero no deseo tomar atajos, quiero sufrir los baches, las inclemencias, quiero ser castigado por el rigor de los desencuentros, por las malas lenguas, por la envidia y la avaricia, quiero padecer todos los males habidos y por haber, no quiero que llegues y te vayas como si nada hubiera pasado. ¡No quiero que seas fruto de la suerte! Con las espaldas cubiertas de cicatrices, mi cara irreconocible por los sufrimientos, mi única referencia son mis ojos que no han cambiado, que siguen luchadores y vivarachos, despiertos y en alerta, con ellos espero detectar tu presencia en mi fatigoso caminar. Mas una cosa digo y que quede clara como el agua, cuando estés conmigo que tiemble el mundo de las luces y de las sombras, porque te voy a sacar hasta la última de tus gotas.

Una pequeña gota ha llegado de tu arroyo, viene clara, limpia y tibia como si nunca antes hubiera sentido ser elegido entre los perdidos. Como si nunca antes hubiera sentido ese hormigueo de saber que por fin lo has conseguido; después de mucha busca, de mucho esfuerzo repartido en interminables momentos, casi ni me lo creo, pero por fin te tengo, aunque solo sea este efímero momento. Juego con las palabras, con los guiones, con los pensamientos y las razones, porque ahora creo que voy a crear por fin, algo interminable, perenne y eterno por el fin de los tiempos.

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