Bien hay en las esquinas de los mundos nuestra ánima, decíase el que divagaba mientras con sus sábanas et discutíase todas las mañanas endenantes de juzgar el pesar, endenantes de juzgarse al propio.

Bien hay en toda cama un sentido para el sueño et bien cierto es que del grant engeño de los cielos et los avernos non nos será sino el devenir más certero, explicábase.

Mas non fue sino que tras tan grave acometida de los pensares el procesar del pobre andante ser tornó lóbrego como los ojos obscuros de nuestra estimada Moira.

Así pues, levantóse él como el día de antes et el anterior a aquese et fizo serio lo que hasta entonces había fecho, como si non hubiera en el cambio una pizca de verdad. Por ello miróse en el espejo constante viendo reflejada su figura acartonada et amarillenta como tiempo ha ya había contemplado, invariable, eterna, inamovible mas de la luz brillante saliente del cristal brotaba un hálito ennegrecido que intuía las realidades, que suponía lo que había de suceder.

Las horas transcurriéronle tranquilas, sin sobresaltos et los movimientos et los faceres fueron los típicos, lo que en cada uno de los días había estado faciendo, sin detenimiento nin interrupción. Transcurriéronle monótonas por cumplir los dictámenes de su oficio de disgusto, insistentes aun terribles sosteniéndose sobre el letargo de la vida et de la luz.

Despertóse igual el siguiente día preguntándose en su interior et sin saberlo dó se hallaba su ánima mas non sabía de tal fecho su cuerpo, su visión. Tanto el uno como el otro veíanlo todo adecuado, todo correcto, todo do debía estar. De aquesta manera viose de nuevo frente el espejo que esperábalo cada mañana sin reparo et sin darse cuenta el hálito que era ayer tornaba hoy céfiro suave, un viento que emanaba de sus ojos, un movimiento que desapercibido pasaba enfrente de aquellos veres inmersos en un mar de responsabilidades.

Días, semanas et incluso meses pasaron desde la aparición súbita et desapercibida de aquel obscuro resplandor, de aquel negro aire blanquizo sin una repercusión efectiva sobre la mundana dinámica de aquel ser que permanecía intacta. Intacta fasta que tal insignificante muestra dejó de serlo, dejó de ser una brevedad para pasar a invadir el cuerpo entero et así facer ver a aquel hombre sencillo frente su espejo diario una figura obscura et sin forma, sin rostro, sin un solo resto de su caracterización, era una sombra, una sombra sin faz.

Vista tal escena la desesperanza se apoderó de él et non pudiéndose controlar fizo lo que cabía esperar, pretendió sacar sin reparo alguno de su cuerpo aquela muestra invasora que habíase apoderado de su cuerpo, de su rostro et de todo rastro de su persona, de todo aquello que lo diferenciaba del resto de seres, lo que hacíalo único.

Así pues non halló opción diferente a la de desgarrar aquela tenebrosa invasión con la buida dalle que alzábase sobre su espalda. Arrastróla por todo su cuerpo con fuerza. Sometióse a un dolor ingente, aquello que era él, la obscuridad, estaba saliendo de su cuerpo, estábase arrancando de él mismo aquello en lo que habíase convertido, estaba arrancando de su ánima la sociedad que habíase tornado él, que habíalo convertido, que habíalo invadido.

Lamentablemente fue tarde para salvar su vida et la invasión de su ánima fue tal que non pudo soportar extraer de él aquel asaz vil mal et desplazóse a las esquinas del mundo feliz para así perecer tras una vida inhumana junto a su alma et junto a su ser, junto a él, para perecer en la cama viendo sobre el espejo ese rostro que era suyo, que era propio, mas pereció et sobre la cama que intuíale cielos et avernos reposó por siempre aquel cuerpo por fin con faz.

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