Una hoja de papel sobre la mesa, un lápiz nervioso a su lado espera impaciente que venga la inspiración.

– ¿Qué escribo? ¿Por qué?

Mientras el lápiz, se mueve de un lado a otro en busca de las palabras precisas para plasmar en el papel.

¿Donde navega el marino? pregunta Jacinto mientras Hernán mira con cara de interrogación; incrédulo ante tan absurda pregunta.

El dial de una radio suena bajito buscando una canción añeja para amenizar el momento; se siente el siseo de la música al ir de una emisora a otra.

-Oiga don Quijote. ¿Usted sabe de filosofía?

– Bueno, tal vez Miguel usó eso que preguntas, creo.

-No entiendo tu aseveración Sancho, pregunta al narrador de esta historia.

-Me late que se equivocó de tema y no sabe como arreglar el error.

El lápiz zapatea sobre el escritorio mientras la radio, por fin, deja caer en el ambiente una melodía suave de añeja procedencia.

Buscando la mejor manera de hacer un relato, me interno en la mente de un personaje…

-¿Qué haces?

– Intento entrar en tu mente, rescatar todo lo que pueda servir a mi relato.

– ¿En mi mente? ¿Con que autorización? acaso crees que puedes ir por donde te plazca ¿por que soy tu personaje?

– ¡No! sal de mi cerebro de inmediato o…

– ¡O qué!

El lápiz gira sobre su cuerpo para tomar mejor posición en este nuevo escenario; aburrido de no hacer nada, bosteza y pone atención

“El no sabía que sería sustituido por un teclado y sus días de escritura estaban contados”.

Sentía necesidad de grabar todo lo que pensaba el escritor, más este ya no lo tomaba mucho en cuenta.

La hoja de papel sigue intacta esperando ser partícipe de una nueva creación.

Sonrío, miro a los dos sobre la mesa, muevo la cabeza y pienso.

” Igual que a mí, llegué a cierta edad y me dejaron de lado, ya no sirvo, tengo mucha experiencia”.

Reanuda su quehacer mirando el horizonte ficticio, creado poco rato.

-Me rehúso de manera tajante a que tú, intruso escritor, revises mi cerebro.

-¿Yo intruso? acabo de crearte y ya te crees dueño de tu vida.

-No señor, no me has creado, solo has sacado del olvido una historia. Ahora deja en paz mi mente y busca otro para tus experimentos. Sé que has olvidado algunas vivencias y quieres que yo, simple personaje de cuento, te las recuerde

El lápiz se dio cuenta que pronto estará obsoleto, olvidado, marginado solo porque lograste tener más edad y la tecnología te sacó del camino.

Todo el escenario descrito para una aventura más en mi mente.

“-Mano, mano suéltame…vamos déjame descansar.

Viste ese pedazo de papel y me llevaste a recorrer cada rincón de él.

Como un patinador sobre hielo, me deslicé por su superficie construyendo filigranas…
-No puedo lápiz, no puedo…debo copiar lo que dicta el cerebro…lo que ven los ojos…lo que siente el cuerpo..
No puedo lápiz…no puedo.la mano seguía guiando al lápiz
…”

¿Qué hace don Quijote en esta historia; si apenas puedo llegar a ser Sancho?

Que paciencia del lápiz, la inspiración llegó; él sigue esperando, esperando.

Ahí queda la hoja de papel, esperando, esperando.

-No manipules mi mente proyecto de escritor barato.

-A ver grosero y petulante personaje… puedo eliminarte de una plumada.

No, no puedo… ¿solo debo tolerarte?

¿Seguir escribiendo?

-Sancho, Sancho y ¿donde está la parte filosófica de este cuento?

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