Niña mirando el celular

Niña mirando el celular

carlos nicora

17/01/2019

El propósito crucial y decisivo del consumo en una sociedad de consumidores es convertir y reconvertir al consumidor en producto.

Zygmunt Bauman, Vida de consumo

…la propia vida tiende a ficcionalizarse recurriendo a códigos mediáticos, en cuyo uso hemos sido persistentemente alfabetizados…

Paula Sibilia, la intimidad como espectáculo


-Mirá- dijo la madre a la hija señalando un vestido en la vidriera de un local del shopping.

La niña, de seis años, miraba a su madre través del celular. No necesitó ver el vestido, porque un vestido es de alguna manera todos los vestidos. Vio en la pantalla un grabado donde una mujer romana parada frente a un escaparate de los alrededores del circo romano mira un vestido. Vio un cuadro donde una mujer medieval mira un vestido en una feria al aire libre. Vio una fotografía donde una mujer inglesa de principios del siglo XX mira un vestido expuesto en una vidriera, bajo los efectos de la novísima luz eléctrica. Vio una imagen donde una mujer en su casa mira un vestido por internet. Vio a su madre señalando un vestido en la vidriera de un local del shopping y a ella misma mirando a su madre a través del celular.

Las mujeres están acompañadas por sus hijas, a quienes tienen tomadas de las manos. La niña amplió la pantalla y notó que las niñas son muy parecidas a ella, como las mujeres a su madre. Parecía que fueran ellas dos repitiendo lo mismo en diferentes momentos de la historia (¿la repetición es una copia o es algo completamente diferente?)

Segundos más tarde, vio que el entrecejo de su madre comenzó a plegarse al tiempo que la mano de ésta se volvía áspera como un jean. Ahora, suave y aterciopelada como una pollera de pana. Resistente, como una cartera. Satinada, como un chal. La niña no mostraba sorpresa ante estos cambios táctiles, porque ya los había visto en el celular. Su interés radicaba ahora en saber si la realidad repetía la imagen.

En ese momento, la madre destejió por fin el entrecejo y pareció sonreír. La mano de la niña fue envuelta de golpe por una cinta de cuero que la puso en marcha. A través de su celular vio que un cinturón negro con hebilla de plata había tomado el lugar de su madre. No quiso mirar la realidad. Temió aburrirse. O perderse.

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