Debido a su infinidad de posibilidades, el universo nos hizo libres a la hora de pensar, sentir y actuar. No obstante, bajo el propósito de no enfrentar sus propios malestares y miedos más profundos, en su misma evolución el hombre fue corrompiendo esa libertar a partir de la creación de determinadas estructuras estereotipadas que conllevan aun accionar propio y característico de la especie, atándose de esta forma a lo banal y convencional por cualquier simple y mera influencia.

Pues vayan enormes condicionamientos encontramos a la hora de estructurar nuestra vida por medio de una constantemente y mecánica preocupación de una notificación virtual, de una determinada prenda de vestir o de la simple aceptación por parte de alguien que nos rodea.

¿No sería acaso lo antes expuesto una fascinante trampa frente a nuestros problemas existenciales más profundos? Ya que es claramente observable mucho maquillaje y un gran envoltorio que nos atrapa, protegiéndonos de los supuestos males modernos. Pero todo aquello no acontece de forma gratuita, sino a precios de una cruel condena: ser infelices día tras día. Convirtiendo así nuestra vida, en un verdadero viaje con un rumbo infinito que condecora un latente y siempre presente gran vacío existencial.

Tarde o temprano, nuestro noble espíritu exige a viva voz romper las cadenas de la dependencia social que oprimen el triunfo de nuestra latente subjetividad. La cual muchas veces se masifica cristalizando una extraña mediocridad presente, quedando perdida en algunas penumbras de la soledad en medio de inmensos vientos de olvido.

Debo confesar, que es muy complejo tomar consciencia de todo aquello; quizás uno de los insights o “darse cuenta” más dolorosos y terribles para nuestros particulares psiquismos. Pero sin duda alguna, nos otorga la invitación a realizar un camino donde nuestra alma triunfa, donde no existe una categoría de valor para juzgarnos y de esta forma accedemos a transportarnos a un plano transcendental de nuestra propia existencia.

En consecuencia, sin ir mas lejos en relación a lo antes expuesto quiero recordarte que los más exitosos celebres de nuestra historia, amaban lo que hacían, daban la propia vida por un ideal que defendían o eran revolucionarios frente a una estructura que no los comprendía.

Vaya gran ejemplo nos presenta nuestra madre naturaleza frente a la exuberante y triste mirada humana, que muchas veces en su terrible accionar, la destruye creyendo que ahí encontrara alguna salida. Pues en respuesta a ello, nos regala magnificas creaciones, condecorando de extraña manera con un bello atardecer o resplandeciente arcoíris al feraz capitalismo.

La vida nos otorgo el especial regalo del existir y aprovecha esta particular ocasión para que realices una introspección y comiences a derribar con mucha valentía y coraje, cada uno de los necios muros que te oprimen, de una buena vez y en plena libertad sin depender de las nefastas estructuras sociales – convencionales. Simplemente en nombre de tu singularidad y basándose en el hecho que todos somos iguales pero con matices diferentes, tu dimensión mas intima y profunda pide a gritos: ¡Déjenme ser!

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