Aspirando Discriminaciones Igualadas

Aspirando Discriminaciones Igualadas

l término discriminación no implica en sí, o al menos no debiera implicar, algo negativo. De hecho, por definición refiere al discernimiento, por encima de todo juicio de valor. Es decir, que discriminamos toda vez que elegimos, o sea, cada vez que tomamos una decisión entre otras posibles. Por ejemplo, cuando le cedemos el asiento a una persona anciana se está cometiendo un acto de discriminación. Sin embargo, como bien sabemos, las palabras suelen venir acompañadas de una carga simbólica, que termina por darles un poder, muchas veces por encima de su propia concepción.

De más está aclarar que las valoraciones terminológicas son retocadas permanentemente a la luz de los diseños sociales. En dicho sentido, hablar de discriminación nos suele llevar a pensar en un acto negativo, por no decir retrogrado. Por otro lado, en esto de separar, no podemos dejar atrás el hecho de que las fuentes reveladoras de nuestras futuras opiniones también condicionan de alguna forma nuestros pensamientos, con lo cual no solo discriminamos, sino que muy probablemente lo hagamos basados en supuestos a nosotros predeterminados.

Situándonos un poco en el mundo en el que nos ha tocado nacer y vivir, podemos destilar la advertencia, a partir de la cual, pareciera ser que en el universo del capital, algunas muertes valen más que otras, por lo que, algunas vidas pueden también resultar más o menos incomodas que otras. La muerte de una persona que vive en una villa nos es jerárquicamente presentada, en lineas generales, por debajo de una muerte sucedida en un country, de igual manera podemos decir qué: no es lo mismo asesinar a un pobre que a un rico, las hipótesis varían notablemente según la condicionante social. El esquema de la noticia, así mismo, se plantea diferentes preguntas según donde suceda la tragedia. En otras palabras, un asesinato en una villa, por descarte, pasa a ser objetivo directo de un ajuste de cuentas por «drogas», por el otro lado, un asesinato en un country conmociona desatando velos de misterio, e infinitas dudas. Hasta los tipos de ocultamiento mediático son otros.

Si bien el concepto delincuente refiere al ser que cometa un acto de delincuencia, según determinados (históricamente) arbitrarios parámetros, algunas personas podrían parecerse más a un delincuente que otras. No es necesario ahondar acerca de los catálogos en cuestión. Existen, claramente, supuestos designios naturalizadores, impuestos a nosotros y tratados como certeros en sociedad. Se trata del ejercicio de querer hacernos comprender un fenómeno social, por caso la delincuencia, en base a un determinado color (entre otros posibles) que sencillamente la pueda explicar. Y paradójicamente, volveremos a caer en las culturas más sometidas, al mismo tiempo, las más estigmatizadas. Los abusados de la Historia pasan a ser los abusadores, razón a partir de la cual se justifica que estas poblaciones terminen siendo las más propensas, más proclives, al posterior enjuiciamiento y encarcelamiento, respectivamente.

Los dirigentes, en fin, quienes gobiernan, bien saben de estos fenómenos cada vez que espectacularizan un golpe de ataque comando, poniendo siempre el énfasis en la culpabilidad de los pobladores más empobrecidos. El pobre, de buenas a primeras, pasa a ser el criminal, el delincuente, el narcotraficante, en otras palabras, el culpable de toda crisis, a pesar de ser el actor social con menor peso y decisión política. Y eso que hablamos de negociados multi-millonarios. Obviando, sin más, las penurias a las que estas poblaciones han sido subordinadas.

Discriminación igualada implica distinguir que los enfoques hegemónicos nos alejan cada vez más de pensamientos como los referentes a los de la redistribución de la riqueza, distrayendo nuestra atención, pero a la vez, estigmatizando las relaciones, para de esta forma desunirnos sistemáticamente. El cálculo no es tan complicado, una cosa es designar miles para millones, procurando el empoderamiento de las mayorías o, al revés, millones solo para miles, garantizándose para sí la concentración.

Mi pregunta para el lector: ¿De qué lado estás?…

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