Lazo púrpura

Te mueves entre cosas,

con tus plumas desgranadas,

que blanquean el cielo

y surcan sus almas:

cosechan destinos.

Esas plumas algo ocultan:

lazos de todos colores.

Elijo a las ataduras de púrpura,

pues como un laberinto son.

Imaginaos lo que es

junto a lo que parece ser:

un laberinto de lazos.

Me muevo ahí,

mas no avanzo;

estoy ya enterrado,

y el laberinto surcará,

mas mi alma no sufrirá;

ha sido mi elección,

y a ella estoy encerrado.

II

De mi elección quiero ser,

y bailar junto a ti,

mas temo a tus fondos;

desde aquí oigo mi eco

susurrante.

Y, a mi vida terminante

saludo,

mas a eso no aludo.

A ti te digo, lazo púrpura:

¡encadéname!;

¡ve cómo

tu cosecha murmura!



Espejició

I

Hombre de luz

que al espejo entras.

No puedes ver tu reflejo,

pues eres el reflejo de nadie.

Entierras tu luminosidad,

así como la nieve adopta

el blanco en sus cauces,

sin saber el favor que le haces.

Del espejo te ríes,

pues en los mundos vives.

Un oboe con cuerpo

toca su metálica melodía;

la melodía es noche.

Saturno dona sus anillos al sol,

que ahora es girasol.

II

Te imagino como imagino

al ciego supremo imaginando,

con universos en su mente pululando,

con vuestras bocas de diamantes

y voces de oro.

III

Tú creaste a la bella Uqbar

dentro del espejo,

para burlarte de nosotros.

Vosotros sois nosotros,

pero a la vez no;

sois luz, y podríais ser carne,

mas a la vez no:

no podríais ni hablarme.

IV

No eres un lector,

sino un mal observador.

Esto no es un poema,

sólo es texto sobre un tema

que es y no es, pero igual lees.

Y dentro del espejo está:

haz de buscar el reflejo.

Quizá encuentres la idea

principal; que no es principal,

sino terminal.



Infinito

Veo dos espejos,

y del ser dos reflejos:

mil falsedades.

Lluvia eterna

Refrescadme la tristeza,

oh, hermosos telares de agua,

al astro no me dejáis ver;

¡¿admiraréis su realeza?!

Ya no hay nada qué hacerle.

Tentadme al paraguas brioso,

que al sol tiene dibujado,

y en pasiones me ha encerrado,

mas yo soy el gran faro Diógenes;

ilumino a desdichados.

Ya no puedo ser el polvo,

Pues a las raíces me aferran.

<<¡¿Cómo osan levantarse?!>>,

así riñen los telares,

enemigos de la tierra.

En un punto me han fijado.

Y hoy soy infinita voluntad.

Sus lágrimas son vitalidad

que erosionan mi finitud,

pero al falso sol observaré,

no harán lo suficiente.

¡Aún puedo al líquido burlar!

¡Ja!, pronto a los aires iré.

Y, ahora, muero en felicidad.

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