Crecieron sin control las llamas
el día que jugamos por azar
a echar al fuego nuestros dominios.

Ardió el énfasis con el que habíamos protegido
las lindes de la combustible rutina
cuando aún nos faltaba valor
para quedarnos con lo puesto
si nos desvestíamos.

Apostamos como gandules cerebrales
a la pira más alta, sobre una mesa en abstracto
de almuerzos a la luz del día.

En la balanza todos los sobretodos anteriores
al homicidio múltiple de nuestros ayeres,
prendidos sin convicción por agostados principios.
De contrapeso las capas de mañanas chispeantes
a solo tres botones y una cremallera de distancia.

Envidamos con la boca humosa de frenos calcinados
mientras la pasión abrasaba dos cuerpos
encendidos frente a su ideal, desnudo a contratiempo.

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