«We are go for launch», se oyó en la radio, y no pude evitar pensar en mi abuela, Ramona. Fue ella la que inició el dominó al cultivarme el gusto por Frida. Bueno, también algunos gestos favorables del azar. Pues ha sido un milagro que haya podido publicar «Robot o caballo» el año pasado. Más maravilloso aun es el hecho de que me sentí nuevamente convocada por ese acrílico cuando ya palidecía en mi memoria. Sin embargo, a pesar del éxito, de la sensación de sueño cumplido, jamás habría podido imaginar que la inusitada decisión de poner en órbita a una pintora me encontraría surfeando la cresta del tsunami en que se convirtió Robot. ¿Es el azar o eres tú, Ramona, guiándome desde allá arriba? Dejaría todo esto que estoy viviendo por tan solo volver a estar contigo u…«Ignition.» ¡Tiembla todo! Se me revuelve el estómago. No pensé que sería tan incómodo. Si no vomité en el F-18, no tengo por qué hacerlo ahora. Cierro los ojos para no gritar. ¡Al fin desaceleramos! Ya todo se oscurece… azul tornasolado, gris, negro. ¡Qué belleza! Ven, calma. ¿A qué se debe ese ruido? Testigos rojos parpadean. ¡Las ventanas son un lienzo en llamas! «We can’t abort.» ¡Me sofoco! ¡Ramona, allá voy!
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