¿Como vencer al miedo? mientras intentaba conciliar el sueño me pregunte; ¿porque tengo tanto miedo?… Aquella noche mis dos amigos Angela y Carlos estaban durmiendo conmigo en un pequeño cuartito en la bodega de un ex albergue de migrantes… la razón de que estuviéramos allí era muy sencilla; Era el inicio de nuestro viaje.
Nosotros ibamos como voluntarios a un albergue de migrantes a Oaxaca. Pero aquella primera noche en la que inicio nuestro viaje, dormimos en una bodega en el estado de Mexico, nuestra misión era llevar ropa, zapatos y juguetes al albergue de Ixtepec Oaxaca.
Aquella primera noche no pude conciliar el sueño, pues todo mi cuerpo estaba temblando de miedo sin razón…en retrospectiva pude ver mi pasado. El bosque fresco de Amanalco, la unión de mi familia… y todas las cosas bonitas que me habían pasado hasta ese momento… y todo eso parecía tan lejano.
Le conté al día siguiente a Angela lo que me había pasado aquella noche. Ella me dijo que tampoco había dormido nada… que sentía mucha angustia en aquel lugar. Carlos escucho todo en silencio. No dijo nada… cuando le preguntamos si durmió bien dijo que si. pero sabíamos que mentía porque el roncaba mucho, y aquella noche, no oímos ningún ronquido.
Todo el miedo inicial desapareció en nuestro largo viaje a Oaxaca, de mas o menos 13 horas. en el camino vimos la ciudad, el bosque, los interminables sembradíos, las enormes montañas, la ventosa eólica, el cambio de vegetación árida de el istmo de Oaxaca, con esos majestuosos arboles que Carlos me dijo se llaman Guanasca…
En Oaxaca, en la región del Istmo hace mucho calor. pero afortunadamente, también mucho viento.
En cuanto llegamos a nuestro destino, sentí que la atmósfera cambiaba. los aromas, los colores… Ixtepec es hermoso, bellisimo… pero… en ese lugar había muchisima tristeza en el aire.
Las miradas de los centro americanos que buscaban llegar a estados unidos eran muy diversas. algunos agachaban la cabeza mucho, en una perpetua depresión. La mayoría te mira sin vergüenza, muy fijamente, sus ojos son muy despiertos y atentos, siempre alertas, siempre vigilantes. igual que un cazador.
Otros sin embargo te miraban con unos ojos muy brillantes, antes creía que unos ojos brillantes solo pertenecían a un ser cuya felicidad era imposible de ocultar en la mirada, pero esta es una mirada diferente, no es felicidad, es un brillo acuoso… un brillo mas bien, de alguien que a perdido la razón… como Angela dice que se dice en Colombia; se les corrió el champú… Y no es raro encontrar esa mirada. Es más bien algo tremendamente trágico. Ya que viajan sobre el techo de un tren de carga llamado la bestia, muchos se caen y son mutilados por el tren. otros se golpean la cabeza, y por ello es que pierden la razón… aunque claro, hay más razones.
Son gente muy vulnerada. Hubo muchas cosas que tuve que ver en los veinte días que estuve allí. No es como verlo a través de una pantalla en un televisor. no es nada de eso… se siente muy fuerte en el corazón.
¡Los niños dios mio! Son la cosa más hermosa, tan atentos, nobles, humildes e inteligentes… aunque no sepan leer ni escribir… aprenden muy rápido. Su vida es muy dura.
Cuando estas allí. La vida también es dura.
En la azotea del edificio de voluntarios yo me ponía a llorar, porque ya no sientes que pasan cosas horribles en el mundo, en algún lugar lejano, a personas que no conoces… muchos de ellos se vuelven tus amigos, los conoces, escuchas sus historias, tratas de ayudarlos, juegas con los niños, se crean amistades… y entonces empieza a doler el corazón. Porque ya no es un mundo indiferente. Solo allí sentí por primera vez lo que era la dualidad del mundo… su oscuridad, su crudeza. Su hoy vives y mañana mueres.
La bestia me despertaba todas las noches. Cada que pasaba el suelo temblaba, y el rechinido de sus llantas sobre las vías era horrible. Era como el rugir de lamentos lúgubres. como si pasara un ejercito de almas en pena. Yo me despertaba y lo escuchaba y me estremecía…
Una noche del décimo día, Angela estaba conmigo en la azotea… y vimos pasar la bestia y le dije:
-¡Mira! ¡Es la bestía!
-¡pero eso es un tren de carga!-me dijo asombrada.
-pues si. Ellos viajan en el techo…
-¡oh no!- su voz estaba aterrorizada- ¡¿pero como así que viajan en el techo?! ¡oh no! ¡yo creía que la bestia era un tren de pasajeros!
Yo no podía creer que ella no supiera que ellos viajaban sobre el techo del tren. todos en México lo sabemos. siempre sale en las noticias… se ha vuelto algo sin importancia. Pero Angela es de Colombia. Ella no lo sabia, le devolvió lo real y cruel que era.
Esa noche nadie viajaba sobre el tren. Los migrantes decían que preferían caminar a subirse al tren, porque lo estaban asaltando los narcos… se roban a las mujeres para violentarlas, y a los niños…
Aun así. muchos asumían el riesgo… y a veces algún migrante confesaba que se iría esa noche en el tren. Pero casi nunca se despedían. Solo desparecían.
Yo le pregunte a Cristofer, un niño de diez años:
-¿Has viajado en la bestía Cris?
-si- me contesto.
-¿y no te da miedo?
-solo cuando se suben a asaltarlo.
Una de las ultimas noches. finalmente vi al tren con personas… eran muchísimas… estimo que mas de cien. Iban a lo largo del tren con enormes carteles… algunos sentados, otros de pie. Pero todos gritando:
-¡SI SE PUDO! ¡SI SE PUDO!
Todos los migrantes del albergue se acercaron a la reja y gritaron también: ¡SI SE PUDO!
Angela y yo, veíamos todo desde la azotea. Gritamos también, lloramos y nos abrazamos.
El infierno existe. Esta en la tierra. Se puede llegar a él, pero ya no salir. Porque sales siendo otra persona.
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