Dio sus primeros pasos en el callejón, nunca la sangre le había ardido de ese modo, sentía las mejillas a la brasa.

Su propia voz maternal la atormentaba de rato en rato, pidiéndole:

– No lo hagas! , Toma el bus de vuelta!

Al bajar del bus ya le habían temblado las piernas, se había tentado a volver, pero nadie hace un viaje de doce horas, para regresarse! Así que no, claro que no, nada de volver, decidió continuar, duraría solo doce horas, dentro de doce horas volvería a tomar un bus, viajaría otras doce horas, recogería a los niños, y volvería a casa, de pronto extrañaba su casa, sus niños. ¿Qué necesidad tenía de ir a buscar lo que no se le había perdido?

Estaba cansada de viajar virtualmente, de conocer gente de todas partes sin salir de su casa, soñaba con viajar, con ser otra, con darle un giro a su propia historia, tal vez ser una valiente madre que sale a encontrar una aventura al lado de una nueva amante, sí quería ser ella, esa valiente madre que sale a encontrar una aventura al lado de una amante.

Lo prepararon durante semanas, desde que Aquella se lo propuso: -encontrémonos en una ciudad intermedia – le dijo. – Sí, sí, respondió ansiosa.

Y es que estos dos seres se encontraron en similares circunstancias, el desempleo, la lucha diaria por subsistir, por poner una mesa decente para los niños, las habían alejado de los sueños de hacer viajes. – los viajes son costosos – le escribió Aquella – soñaba con conocer el mundo, pero la realidad no me lo permitió.

Ella estuvo de acuerdo, se sintió tal vez identificada.

Pasaron semanas y sentía cada vez más afinidad con Aquella, se enamoraron…

Aquí estaba, en el callejón, camino a su encuentro, los nervios la mataban, las dudas la carcomían, tenía miedo, como nunca antes, ¿valdría la pena aquel viaje?, su corazón decía que no, luego que sí, venia el remordimiento a reclamarle aquellas treinta y seis horas y ciento cuarenta dólares invertidos en su egoísta viaje.

Completamente temerosa, entro al hotel.

  • -Buenos días, una amiga me espera en la habitación 6 –A
  • -No hay nadie en la habitación 6-A señora – replicó el hombre tras el mostrador.

Sintió como si las venas de los ojos se le contrajeran punzantes, avergonzada se dio la vuelta y camino hacia afuera. Varios minutos estuvo parada en el callejón, con los ojos adoloridos, conteniendo la rabia, la vergüenza, el llanto, la tristeza. Apenas el bus llego a la ciudad había encendido el celular, conectado el internet, y lo único que la detenía en aquel callejón era la esperanza de que Aquella hubiera tenido algún inconveniente, que estuviera en camino, la resignación por fin gano la partida, decidió volver a casa, en ese instante su celular sonó, era Aquella, Ella con la voz llena de una falsa serenidad contesto.

  • – Hola?
  • -Hola, estuve llamándote y no lograba comunicarme. No entre al hotel en el que quedamos, el hombre que atiende es muy grosero, me hospede al frente.

Algo se llenó en Ella. Treinta y seis horas y ciento cuarenta dólares habría invertido en el mejor viaje de su vida; es una ganga!

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