Se miró en el espejo aquella mañana fría de aquel fuerte invierno de agosto,
eran las 4 am más temprano de lo habitual,
cuestionando el reflejo de aquella mujer que se levanta día a día,
hay veces cansada,
hay veces fuerte,
hay veces furiosa,
hay veces alegre,
pero sobre todo despeinada y ojerosa,
se miró fijamente aquellos ojos pardos que se reflejaban en el espejo un poco empañado,
fijamente sus ojos se fundieron en su propio reflejo cayendo en aquel trance de preguntas y respuestas,
algunas veces contestadas y otras veces no tanto,
esforzándose por entender de su existencia de los por qué lo que la vida le improvisa,
siempre luchando por sacar lo mejor de sí misma,
aunque hay veces piensa que es en vano y una mierda,
y en ver la vida no como siempre creyó imaginarla,
sino como ese camino con piedras de tropiezos que tanto está acostumbrada y es habitual en sus días,
y por qué no!
más bien como un hermoso bosque con su exuberante follaje y toda esa paz y magia que con ella conlleva,
ya agitada!
frente aquel espejo ya agotados sus parpado de aquel trance se cierran por unos segundos,
para así saca del bolsillo aquello que siente,
le sorprende,
y le pesa,
todas esas pequeñas cosas que le llenan o le vacían el alma, y le hacen entender en qué consiste su existencia,
su pasó por esta corta he intensa vida loca,
por que ella sabe que el vivir es sentirse llena con los pequeños detalles que la vida le regala,
su existencia tiene un principio y un fin,
y no sólo se trata de apreciar los colores vivos esos que la encandilan y la sacan de la rutina,
por que ya conoció los grises y negros,
sabe que tienen su propia belleza y de vez en cuando se necesitan,
sabe también que cuando ganen aquellos matices fríos aprendera de ellos y no se sobre exaltara,
ni huira ante lo que le improvisa de tajo la vida,
por más cansada,
por más eufórica,
Por más agotada,
se levantará todas las mañanas ya sea de invierno, verano, primavera y otoño a mirarse en el espejo empañado…
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