¿Qué vamos a regalarle a papá? –pregunta la niña recargada en la cabecera de la extensa cama comunitaria donde a veces duermen su madre, su padre y ella; su madre levanta la vista dejando la revista que leía, endereza su cuerpo y toma a su hija de los brazos posándola en sus piernas; −¿Qué te parece si vamos a comprarle algo ahorita mismo? –la niña sonríe, dice que sí con su cabeza; mamá después de su respuesta le hace cosquillas, las carcajadas avanzan rápido, luego dispersas mueren fuera del cuarto, ahí donde abraza el silencio las cosas; a unas cuadras, dentro de un hostal, un hombre sale de una habitación; tirará cuando salga a la avenida la botella de vidrio de la que ahora el licor restante en el elevador bebe.

El hombre camina tambaleante, en la calle silenciosa hay murmullos para él; a sus espaldas el hostal queda. Prende un cigarro que es apagado pronto por las gotas de lluvia que comienzan a engrosar y pronto se vuelven una tormenta agresiva; el hombre corre para refugiarse en algún lugar, pero apenas al dar una zancada nota que no divisa ni sus pasos, levantar la vista es inútil, el viento y la lluvia son tan fuertes que encorvado el hombre ebrio es empujado de un lado a otro; no encuentra tras caminar cientos de pasos, ni banquetas, ni paredes.

Unas cuadras adelante, la mujer y la niña se preparan para salir. La niña brinca tomando con su mano la falta de su mmadre mientras ella se mira al espejo para pintar sus labios; luego de agarrar su bolsa toma con la otra mano a la niña y camina haciendo sonar sus tacones, compás con el sonar de las llaves que le pendulan en la mano.

Aquel edificio donde vivían era alto, un conjunto de departamentos, un edificio amarillo de ventanas negras y un portón rojo con cristales de donde salieron la mujer y la niña. Caminaron tan solo unos metros y la mujer detuvo un taxi, la niña miró hacia arriba; el amarillo edificio, luego el cielo despejado se extendía. Dentro del auto, la niña hace la referencia al amarillo, la madre corrige −Es ámbar.

Avanzó el automóvil y la mujer ponía rubor a sus pómulos, había silencio, fuera del automóvil las calles descansaban sucias, hace unas horas había terminado la revuelta, aún se distinguían las manchas de los muertos en la lluvia de balas que cayó sobre el grupúsculo alebrestado.

El hombre que caminaba tambaleándose en medio del diluvio, apareció. Lo vio su esposa desde el automóvil, ebrio y con el cuerpo lleno de sangre; luego de pedirle al chofer que se detuviera, la mujer corrió hasta el hombre moribundo que sudaba chorros bajo el sol. A unos pasos de él, se detuvo, él, encorvado se movía de un lado a otro y con sus manos sosteniendo su camisa cubría su rostro horrorizado.

La mujer tomó al hombre por lo hombros, le gritaba desesperada. La niña desde el silencio veía, tras el cristal del auto. El chofer encendió el radio, un tango sonó, armónica orquestal.

La mujer llegó al auto, abrió la puerta abruptamente, con el hombre casi a rastras; sacó a la niña, metió al hombre. La niña miró hacia arriba, miró el rostro de su madre que mientras cerraba la puerta y daba instrucciones al taxista, dejaba salir pequeñas gotas de sus ojos. No había contraste con el cielo que se extendía.

La madre le dijo al chofer mientras le daba un billete y le hacía un guiño –Llévelo al psiquiátrico del pueblo –el chofer giró y miró al hombre en delirio, luego afirmó; tras unos segundos aceleró dejando un ligera nube de humo que se esfumó con el sonido del motor del automóvil, regresando el silencio. La mujer agachó la mirada, le dijo a la niña –Hoy es cuando, llegó el día.

La niña dejó fuera sus lágrimas, regresaron a casa y prepararon maletas. La niña se tiró en la extensa cama comunitaria, mamá abrió las ventanas y el viento refrescó en silencio.

Unas cuadras adelante cuando el camino se cruzaba con el bosque, el chofer se detuvo un momento, abrió la puerta –Vamos, amigo, ven –le dijo al hombre ebrio.

El hombre ebrio salió despacio, luego tras ser guiado por el chofer, se introdujo en el bosque gritando y se escuchó por ello, cómo poco a poco, se fue alejando.

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