No quería salir de allí, llevaba escasos días por esta tierra lejana y costera, pero fueron los suficientes para que yo me enamorara de ella. Estaba en una vieja piragua, viendo el arrebol de la tarde, un viejo radio sonaba, aún con agua salada en su interior, un porro sabanero salía de él, mi piel se erizaba y se dejaba acariciar por las brisas, no pensaba en nada, solo en esas nubes que cubriendo la playa se mezclaban en la montaña, solo pensaba en que las nubes algún día estarían bajo las olas y que yo estaría allí

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