Eso es lo que pensé al ver el bravo mar, imponente, majestuoso; ante mí. Ramé es una palabra que leí una vez, algo hermoso y caótico. He visto el mar en muchos sitios, pero una sola vez así.

Las olas chocando contra las rocas creaban una música más melodiosa para mis oídos que cualquier composición de Chopin.

Me quedé durante horas, empapandome de cada detalle de aquel idílico paisaje. Dejé que la brisa con olor a sal me envolviera como una madre acoge a su hijo. Dejé que los rayos del sol alimentaran mi piel, creando en mi interior la sensación de libertad.

La pena me embriago cuando tuve que abandonarlo.

Me fuí con una pregunta, tan solo una, en mi mente.

Me pregunté si alguna vez volvería a ver un lugar similar a ese.

Han pasado ya 50 años. 50 felices años pero ni un solo día en que me preguntara en donde se encontraba ese lugar,

Por mucho que me esfuerce, no logro recordarlo.

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