Al entrar al aeropuerto pude verla de nuevo, yéndose poco a poco, con su maleta verde y su mirada lacónica sin mira hacia atrás. Esa reminiscencia era la más frecuente y la más dolorosa cuando pisaba un aeropuerto, sea cual fuese el mismo, siempre la veía marcharse. La verdad nunca supe muy bien el por qué de su partida, pero si sé que no he podido olvidarla.
Voy a Viena por primera vez y tocaré en el Musikverein, es uno de los teatros más hermosos de Austria, y tengo el honor de regalarles un poco de buena música a los vieneses, que aunque se jacten de tenerla, no han conocido aún la hermosura del Jazz. Luego de la partida de Lizz, hace como 5 años, retomé el estudio del piano, duraba horas y horas sentado, tocando para desahogarme; todos los martes tocaba a las 10 de la noche en un club de jazz, allí conocí al señor Clark, él me invitó a tocar a otros clubes, luego a dar conciertos, y ahora, ¡mira las vueltas que da la vida!, es mi manager y he viajado por unos diez países tocando el piano.
El avión aterrizó a Viena a las 7 de la noche, el concierto era al día siguiente, a la misma hora, así que tenía un día completo para conocer la ciudad de noche. Caminé como unas tres horas hasta que decidí irme al hotel. Estaba alojándome en el —, y estaba un poco lejos, así que decidí tomar un taxi hasta allá, cuando me paré en la acera para esperar, una mujer rubicunda se acercó a mí, no la pude detallar muy bien, pero se acercó tanto que me empecé a asustar, sin embargo, la bella mujer tomó mi mano y puso en ella un libro que sacó de su abrigo, quería preguntarle porque me había dado eso, pero de mi boca no salió ni una palabra, la coruscante hermosura de la chica me cegaba, y a la vez me enmudecía, sin más, me sonrió y se fue caminando poco a poco, no cruzamos ni una palabra, pero te juro que era la mujer más perfecta que hubiera existido.
Al llegar al hotel, pedí la llave y fui a la habitación. No había soltado ni un momento el libro que llevaba en mis manos, tampoco lo había abierto, ni ojeado un poco, ese libro era un recuerdo palpable de un momento que pudiera no repetirse nunca en mi vida. Sin embargo, al ya estar acostado, abrí el libro, ya en la primera página casi me desmayo: “Para: Dani. De: Lizz.”
Duré unos diez minutos releyendo esa dedicatoria, indudablemente era la letra de Lizz, pero por qué, todo era muy confuso, pero estaba seguro que por algo había recibido ese libro, así que lo cerré y vi el titulo, que no me había detenido a mirar, “Buenos Recuerdos” se titulaba, pero no tenía autor, lo busque por toda la portada, el lomo, y la contraportada, pero no estaba, así que empecé a leerlo.
Capitulo 1: Dani
“Conocí a Dani en el 2004, en la bella ciudad de Buenos Aires, fue un poco raro, estaba leyendo en la Biblioteca Nacional de Maestros y se sentó a mi lado, aún recuerdo que llevaba en sus manos un ejemplar de EL CONDE DE MONTECRISTO, estaba segura que no era de la biblioteca, pero lo dejó allí, encima de la mesa, “para que alguien lo lea, es mi libro favorito” me dijo, desde ese día supe que estaba junto al amor de mi vida.”
Ese era el primer párrafo, nunca había llorado leyendo un libro, pero esta vez lo hice, las lágrimas caían, mientras la sonrisa de los recuerdos me daba ánimos de continuar leyendo. Leí y leí, era 150 páginas, pero duré como 4 horas leyéndolo, siempre tomando una pausa, asombrosamente, el libro se trataba sólo de nosotros, de “nuestra historia”. Quería llegar cada vez más rápido al final, tal vez allí estaría la respuesta de por qué se fue sin mirar atrás.
Capítulo Final
“Ya llevo 12 años con Dani, y han sido los mejores años de mi vida, hemos hecho muchas locuras juntos, pero me llegó la llamada de G y tengo que ir a Viena, la verdad, puede que nunca vuelva a ver a Dani, pero sé que nunca me olvidará como yo nunca lo olvidaré a él, sé que un día sabrá que no me fui porque quería, que siempre lo amaré…
Ya estoy en el avión rumbo a Austria, no pude voltear a verle la cara, no fui capaz, tal vez nunca me lo perdone, pero espero que sea feliz, como lo fui yo con él.”
Terminé de leer el libro, y lloré como nunca había llorado, quién era G, esa era la pregunta que rondaba mi cabeza, pasé la página y vi un párrafo corto, escrito con lápiz.
“Yo soy G, la que te dio el libro, tal vez me odies, pero Lizz era mi única amiga, la conocí desde niña y sabía que era la única que estaría conmigo en mi último momento, la llamé 2 años antes de morir, como habíamos prometido. Fueron los mejores años de mi vida, ella sabía que no te volvería a ver, porque en dos años podían pasar muchas cosas, pero mira como es la vida, han pasado ya 7 y los dos siguen enamorados, tal vez no entiendas nada, pero mañana tienes que tocar, no dejes de tocar”.
Empecé el concierto tocando CHEATIN IN THE NEXT ROOM de ZZ Hill y la vi, la mujer más hermosa del mundo, con un vestido rojo y su cabello mucho más largo, era mi Lizz, tal vez hubieran pasado 7 años, tal vez nada sea como antes, pero estaba allí, sentada con la misma sonrisa con la que leía EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA ese día en la biblioteca, desde ese momento yo también supe que era el amor de mi vida, de toda mi vida.
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