Hola, mí nombre es Emma y os voy a narrar un poco la vida loca y anormal que me ha tocado vivir.

Actualmente tengo 17 años y hasta el momento creo que cambie más de casa de lo que me cambio las bragas. Bueno, no es algo literal lo de las bragas.

Estoy a mitad del ciclo lectivo y nuevamente tengo que cambiar de hogar, si es que así se le puede llamar.

– Quiero que tengas listo todo, partimos en 3 días- esa es mí madre tan mandona como de costumbre.

No respondo y me voy a mí cuarto pensando en qué nuevamente tendré que hacer amigos y buscar un chico que valga la pena y me quiera solo por un par de meses, difícil y complicado. ¿Quién querría algo serio solo por unos cuantos meses?

Es horrible no poder tener a alguien a quien llamar «mejor amiga» o simplemente no poder conocer al «amor de tú vida» porque sabes que solo durará lo que el trabajo de tus padres te permitan.

Agarro mí teléfono y le marco a Derek, un pitido, otro y contesta

– Hola hermosura, ¿está todo bien?

– Si Derek, necesito verte

(…)

Una hora después Derek está en la puerta de mí casa esperando a por mí. Agarro un swaters y bajo a su encuentro.

– Tan bella como siempre -muestra una gran sonrisa mientras se acerca hasta mí. Posa sus manos en mí cintura y me besa con intensidad

– Vale es hora de irse- rompo el beso y lo tomo de la mano saliendo con apuro.

– Que sucedio querida?

– Lo de siempre, me voy

No dice nada durante todo el trayecto hasta su departamento. Bajamos del Audi y nos adentramos.

Apenas las puertas del ascensor se cierran lo tomo por sorpresa besando ardientemente sus labios, el responde del mismo modo y sus manos empiezan a bajar hasta apretar mí trasero fuertemente.

Las puertas se abren y un señor se encuentra del otro lado, roja como un tomate – por la calentura- salgo del ascensor con Derek siguiendome.

Entramos al departamento y retomamos lo que empezó hace unos momentos.

Besa mí cuello dejando pequeños mordiscos y siento que la ropa nos empieza a estorbar.

Me saca el swaters seguido de la camiseta y me recuesta en el sofá.

– Eres tan caliente que siento que me hundo en un mar de deseos cuando te tengo en mis manos.

Se deshace de mí sostén y lleva uno de mis pechos a su boca y mientras al otro lo masajea. Muerde mí pezón y con ello me roba varios gemidos.

Su mano baja a mí entrepierna y de pronto siento como toca mí centro de placer. Arqueo mí espalda mientras gemidos siguen saliendo de mí boca.

– Estas tan humeda- habla con esa voz ronca que me excita aún más.

Lo volteo, me saco el short, la braga y me observa deseoso y eso me prende aun más. Me inclino llevandome toda su erección a mí boca saboreandolo gustosa. Jadea como los mil demonios. Paso mí lengua por su glande y agarro sus testículos con mí mano y levanta la pelvis pidiendo mas y lo complazco.

Empiezo a lamer, chupar y succionar a mayor velocidad. Me subo a orcajadas sobre él y lo beso mientras me muevo de adelante para atrás constantemente sobre su pene. Me elevó un poco dejando el espacio suficiente para poder unir nuestras intimidades, tomo su pene en mis manos y lo guió hasta mí vagina. Suelto mí peso de a poco y me toma de la cintura con ambas manos.

Empieza a moverse de abajo hacia arriba haciendo que la penetración sea dura, dolorosa pero sobre todo placentera.

Nuevamente se encuentra encima mío y eleva mis piernas hasta que quedan por encima de sus hombros para que pueda llenarme completamente.

Sus estocadas son profundas y exquisitas. Me penetra a toda velocidad mientras masajea mí clítoris y siento que en cualquier momento me corro.

La habitación está inundada en gemidos y jadeos. Me muevo más rápido ayudando a sus estocadas y parece sentir que estoy a punto de correrme y se detiene.

– Vamos nene, te quiero adentro- hablo jadeando

Me lleva hasta la pared conmigo a orcajadas. Me penetra y cada vez lo hace más y más rápido y se lo que viene porque también lo estoy sintiendo, también quiero correrme.

– Vamos cariño, córrete conmigo.

Y eso basto para que luego de las últimas penetraciones mí cuerpo empezará a temblar. Mí centro palpitaba tan fuerte como su pene también lo hacía.

– Cariño, ya empezó a bajar- hablo mostrándole una sonrisa y el me la devuelve. Deposita un suave beso en mis labios y me baja. Corro al baño a limpiarme el semen que baja por mis piernas.

Camino hasta el sofá donde está recostado y me tiro suavemente sobre el.

– Voy a extrañarte- hablo un poco triste.

– Yo igual cariño – acaricia mí espalda con sus dedos – te quiero- levanto mí vista hasta chocar con la suya – espero algún dia volvernos a encontrar pero que esa vez dure una eternidad.

Me quedo callada pensando en sus palabras. ¿Eternidad? En mí vida nada es eterno, hasta que por lo menos empiece mí vida universitaria y ahí trataré de buscar mí otra mitad, si es que la tengo.

Vuelvo a mirarlo y él se muestra triste, pero fuerte.


– Espero volver a encontrarte y que dure lo que tenga que durar- sentenció.

(…)

-Anda Emma el vuelo sale en 3 horas- habla como si fuese tan fácil volver a decir adios a la persona que empezaba a llenarte como mujer y por la que empezabas a sentir amor…

Pero como siempre, la cabeza en alto y aqui vamos de nuevo. Vamos a empezar una nueva vida, nuevas amistades y un nuevo amor. Aunque te estaré esperando Derek y que dure lo que tenga que durar, casi tanto como una eternidad…

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