Última estación. Final de trayecto.

Última estación. Final de trayecto.

Kramen

22/06/2017

Aquí exactamente concluye este disparatado viaje que ha alimentado mis tantas noches de insomnio en techos sin estrellas.

He recorrido tantos caminos que hasta mi sombra se perdió en un cruce de ellos y por casualidades del destino, todavía no he vuelto a coincidir con ella. A veces las prisas no son buenas ni con una salsa cojonuda. Lo malo sigue siéndolo por mucho que intentes dejar de mirarlo.

Cuando te das cuenta que no eres igual, ese momento no implica ser diferente… sino en el que empiezas a deambular por aquellas rutas menos exploradas y transitadas. Ser distinto es una auto imposición, no una percepción de los demás. Nadie te puede obligar a ir en contra tuya, por eso escondieron los controles dentro de uno mismo.

Se tarda mucho en dar la vuelta al mundo andando, sobretodo porque ahora que ya no hace tanto frio, sólo los elegidos que caminan sobre el agua pueden lograrlo fácilmente. Era eso, o amaestrar dos delfines para que naden por ti, pero creo que se tarda algo más de mil palabras y por ello es preferible alzar el vuelo.

No importa si a pie ó en burro. En tren sobre viejos railes ó en velero navegando. Viajar es algo que enriquece el conocimiento y hace diminuto cualquier ombligo orgulloso que se precie. Algunos tardan siglos en salir del continente, otros tienen que hasta casarse por la iglesia para huir de su propio estado. Es raro el mundo donde habitamos, que no diferente. Porque sigue habiendo guerras, hambres y injusticias… al no tiener beneficio solucionarlo, se mira hacia otro lado, pero sigue siendo igual de malo.

Volar siempre se me dio bien, creo que nunca he estado demasiado tiempo con los pies posados en tierra, ni las eternas migraciones me hacían volver a casa regularmente. Allí donde no hay nido, tampoco existen paradas de metro ni aeropuerto. Así que queda irse a otro lado, como hacían los nómadas, pero con mucha más carga menos importante. Y de esta manera seguí como una maquina de movimiento continuo sin fin, chocando de ciudad en ciudad, saltando de una isla a otra para volver a la península.

Trás cansarme de este país, me largué a otro. Rumanía es como la imagen de un espejo hace ochenta años. Sus habitantes siguen negando asintiendo y viceversa, porque algunas cosas nunca cambian ni después de un conflicto bélico o dos. Las balas si cotizan en el mercado de valores, las soluciones por contrario no.

Continúe desplazándome sin destino fijo cual brújula sin norte ni recuerdos. A veces incluso me encontraba conmigo mismo en aquellos sitios donde recaía o visitaba con frecuencia. Yo llegaba justo cuando el otro salía, nos saludábamos cortésmente y continuábamos nuestros caminos con una afable sonrisa.

En ocasiones sólo era la cantinela de una vieja historia o un vulgar rumor testimonial. La vida es un viaje arduo complicado como para emprenderlo sin las suficientes escalas. Lo que esta muy alto, requiere el empleo de escaleras, crecer a ritmo acelerado o a trepar como te plazca. Cada elección lleva las huellas dactilares de quien las realiza. Mis pisadas me traen hasta aquí, pero se niegan a dar un paso más en esta dirección.

Por lo que al no poder divorciarme de mis propios pies, me bajo ya… no por aburrimiento, ni apatía, en absoluto por desdén o venganza, eso no pega conmigo. Tampoco pretendo ni dar pena, ni rogar nada que no sea desearos un buen viaje y una mejor vida. Porque las palabras son como unos zapatos, te llevan donde tu quieras y visto el esqueleto, sólo necesito esquivar la hoja afilada para no manchar con tanta tinta la sangre que me reste todavía.

Un viaje no tiene cabida sin una despedida, así como sin nadie que vaya a recogerte. Digamos que esos son los convencionales, pero existen otros que merecen ser realizados en soledad o con una mejor compañía. El anonimato sigue siendo un bálsamo para quien habiendo conocido la fama, se escabulle de sus efluvios efervescentes y tóxicos. Las estrellas brillan en el cielo con la misma intensidad sin importar desde donde las mires. Ocurre que la contaminación es un estúpido velo que mantiene lo realmente bello oculto a la mirada.

Lo hace en las ciudades y en muchas bibliotecas y librerías. Algo no es bueno porque lo digan muchos, sino porque lo sea. Se reconoce por muchas razones fundamentadas no por opiniones diversas y una estupenda labor de márquetin. Una vez me fui incluso de mi casa, porque no coincidían sus respuestas y las mías en cualquier manual sujeto a estudio.

Ellos son más felices y por supuesto yo también, en esa guerra los dos salimos ganando y en ocasiones hasta disfrutamos en los múltiples tratados de amnistía repartidos durante el año. Lo poco gusta, lo mucho cansa. De igual manera haré como los elefantes sabios y retomaré camino hasta mi cementerio muy lejos de estos lares. Si quiero ver estrellas me voy donde no hay luz, no espero a que los duendes las espolvoreen vestidos con un tutu de gasa púrpura.

La escuela esta bien hasta que ya no te puedes sentar cómodamente en tu pupitre, en ese momento te conviertes en un incordio porque tus veinte centímetros de más hacen que tus rodillas se salgan del molde y claro… eso te convierte en alguien diferente, pero si lo evalúas desde un punto superior. La norma es el número más repetido así como la comunidad a mis cojones.

Dicho así queda muy basto, pero utilizaré mis últimos setenta y cinco proyectiles para agradecer los grandes viajes e historias proporcionadas y por los que vendrán. Pero este pasajero se baja de este circulo publicitario para abstraerse en sus mundos perdidos donde encontrar a su sombra sentada en una equis. Cuando cuentas tantos cuentos terminas por dudar si estas dormido o continuas leyendo despierto. Para eso crearon los finales… Porque una pescadilla que se muerde la cola núnca logra convierse en merluza jamás.

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