Madrid-Ammán (Agosto 1999)…
Llegamos de madrugada. Es el último día de éste milenio con eclipse de sol y nos avisan que, debido a la creencia musulmana, se cerrarán todas las tiendas y los autobuses pernoctaran durante las horas que dure dicho eclipse. Con él llegará el fin del mundo acompañado de fuertes vientos e incendios que arrasaran los campos. La gente de aquí así lo cree.
Es increíble que ésto pueda paralizar a todo un país. Sólo algunos taxistas acentuados por el dinero y algunas tiendas abren sus negocios para aprovechar la falta de competencia…Y sin dormir, logramos reunir los taxis que necesitamos para recorrer en dos horas el trayecto que separa Ammán de Petra.
El camino es desértico, sólo roto por algún puesto ambulante o algún pastor con su pequeño rebaño de cabras. Llegando hacia Petra, el paisaje cambia.
A ella se accede tras un pequeño trayecto a caballo, continuando después a pie por un estrecho camino que recorre un enorme acantilado. A ambos lados hay paredes de hermosas tonalidades en gamas de colores ocres y rojizos. Tras el último recodo, de pronto aparece como un espejismo, al final del acantilado, el Templo del Tesoro, que es la imagen que todos conocemos y que realmente impresiona.
Es la ciudad más antigua del mundo, después de Jericó, según nos cuentan, construida hace unos 9.000 años y redescubierta en 1812… Se halla distribuida en varios kilómetros a la redonda aunque la mayoría de las edificaciones se encuentran enterradas ya, bajo el suelo. Los edificios están tallados en las paredes de roca de arenisca. Templos, casas, tumbas y un teatro romano (éste ya edificado en la época de Jesucristo hace unos 2.000 años) y destruido en parte por un terremoto.
Una hora de camino a través de una montaña te invita a llegar hasta el Monasterio, que por cuestión de tiempo pactado con los taxistas no pudimos llegar a visitar.
Los últimos beduinos que hasta hace poco aún habitaban la ciudad, fueron realojados en casas más allá de las ruinas…podemos ver alguno junto a sus camellos ganándose la vida con los turistas….Volvemos sobre nuestros pasos…
De regreso hacia la ciudad, nuestro taxista camufló todas las ventanillas del coche con papel de periódico, concentrando aún más el calor jordano del pleno mes de agosto, y todo, para no ver un sol que dejará ciego a todo aquel que ose mirarlo y que traerá la catástrofe. Le intentamos hacer comprender que es una absurda creencia, pero estaba totalmente asustado. Durante el trayecto de vuelta paramos varias veces. Los conductores se reunian para divagar entre ellos y decidieron continuar camino. El eclipse no llego a notarse demasiado a través del sol…
Deberíamos darnos cuenta de la ignorancia con que nos acechan los miedos y las religiones… Al día siguiente volamos hacía la India, país repleto de ellas….
Dejamos para siempre Petra, dormitando en su cuna de piedras y en su sueño de siglos.
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