Hace mucho tiempo atrás, contaba los días, me preparaba todo el año para ese evento.

Mi madre me arreglaba un bolso con ropas, y otros bultos más, que aprovechaba de enviar conmigo, eran regalos y encargos para algunos familiares, ni les cuento el tamaño de los paquetes con los que me subía al microbús centro la florida, para llegar por fin a la sombría y eterna estación central, compraba el pasaje más barato en los trenes, ya que como estudiante había que ahorrar donde se podía me acomodaba en el ultimo carro, que por lo general era de clase económica, ese de las butacas duras, de tabla, mal mantenidas, llenas de rayones, dibujos y garabatos.Resultado de imagen para estacion central

Miraba desde el asiento, como las comadres, unas señoras muy pasaditas en kilos se encontraban en el andén, después de saludarse afectuosamente comenzaban a subir niños chicos y una cantidad de paquetes, cajas y bolsas, (parecía mudanza) los asientos y el pasillo, casi se les hacia chico, de inmediato comenzaban contándose, que la prima de la Sofía, estaba embarazada y que el compadre Pedro no podía dejar el alcohol.

Yo sabía que iba a pasar eso, decía de una de las mujeres (cual pitonisa) sacaban unos canastos llenos de comida, frutas de la temporada, frascos con pato escabechado, algunos sandwichs de queso, otros de pollo, a los que por supuesto les agregaban el infaltable ají cacho de cabra y otros aliños más, que aromatizaban el carro, también los infaltables huevos duros, que eran repartidos muy seguido durante el trayecto a la numerosa prole, acompañados de un buen trozo de tortilla de rescoldo y por supuesto un buen vino tinto, los niños jugaban y peleaban entre ellos, de vez en cuando alguna de las mujeres se paraba para verificar el estado de los pequeños repartidos y luego volvía a su lugar, era un griterío, mamá, el Patricio me pegó decía unos de los infantes, y la vetusta mujer respondía ya déjense de pelear que va a pensar la gente de ustedes, era una vorágine de voces susurrantes y sonidos distintos.

Luego acomodado en los primeros puestos del coche, un hombre mayor escuchando un programa radial llamado “recordando nuestras voces” y era auspiciado por la multitienda Cocilamp, sí esa la del genio del crédito, también indicaba que en cuantos a rodados Juanito Mena, era el rey de la bicicleta, frente a la ventana una joven mujer traía un pequeñito en sus faldas, que se reía a carcajadas de un mono de trapo muy maltratado y que además le faltaba un ojo, en el viaje todos éramos extraños y al mismo tiempo todos viajeros del mismo camino.

Más tarde se paseaba un señor de bigote muy bien mantenido, con un canasto lleno de pilsener, bilz, cachantun, heladitas las que ofrecía a lo largo del pasillo, mientras sonreía, mostraba un gran diente de oro y de paso aprovechaba de coquetearles a las señoras que viajaban solas, algunas le aceptaban el cumplido y otras simplemente lo ignoraban

Mientras avanzábamos sacaba la cabeza por la ventana, mirando hacia adelante observaba la vía férrea como una larga cicatriz en el vientre de la tierra, los parajes de nuestra hermosa y larga geografía te acompañaban.

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En el viaje siempre me acompañaban las aventuras de Condorito para leer por el camino, pero al final era poco lo que me entretenía el magazine, era los alrededores los que captaban mi atención, a un costado de la puerta de servicio, me puse a leer la pared, encontré en ella muchos corazones dibujados con dedicatorias que aún eran visibles, algunas estaban ilegibles y en otras se distinguían entre borrones largos mensajes de enamoramientos y desencantos, con nombres borrados a jirones, tal vez un mal amor? o alguno que fue no correspondido? ¿Quién sabe?

En la esquina superior algunos poetas emergentes dejaban su testimonio, en una pequeña televisión que portaba un pasajero se escuchaban las siguiente noticias, el conocido piloto nacional Elíseo Salazar, había chocado una vez más en un circuito de carreras de la Formula 1 y por consecuencia había quedado ultimo para variar, aunque sin lesiones importantes, en el fútbol por ese entonces un desconocido club llamado Cobreloa, era el campeón, proveniente de las alturas de Calama, arrasaba con los equipos capitalinos, aprovechando su localia y buen juego.

Con el movimiento constante del viaje, me levante al baño, y tras un instante salí del pequeño cuarto, casi al mismo instante ingresó raudamente un viajero muy pasado a tragos, eso era evidente, luego volví a sentarme, al cabo de unos minutos, otras personas también se disponían a hacer uso del servicio higiénico, sin embargo pese al golpeteo de la puerta y los reclamos posteriores, nadie abría, al cabo de un rato dieron aviso al inspector de turno, quien también insistía en la maniobra sin buen resultado, al cabo de un instante llamó por radio a otro dependiente quien apareció con un manojo de llaves, y pese a que probó cada una de la piezas no había caso, cercano a la puerta se amontonaron más pasajeros haciendo cola, y que hacían fuerza para contener las ganas de ¿ustedes pueden imaginar? y entre ellos una señora que reclamaba, que su niñito ya no se aguantaba más, otros en un pequeño tumulto, que solo se reían por los fallidos y jocosos intentos de los funcionarios de abrir, al final llamaron a un tercero a participar en la operación, este último era un garzón y venía armado de una botella plástica con agua, la que apuntaba por el orificio de la cerradura pero con el vaivén del tren tampoco tuvo éxito, mojándose al final sus muy lustrados zapatos.

Por el altavoz se anunciaba la última parada de mi viaje próxima estación Linares, por fin estaba tan solo a unos pocos kilómetros de mi destino, comence a juntar mis pertenencias para bajar del coche, ya con mis bultos en los brazos, observe que aún no podían abrir la puerta del baño…

FIN

Seudónimo : ICE-MAN2112

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