Mírate al espejo. ¿Te reconoces? ¿Reconoces la imagen que te devuelve…, extraña, ajena? ¿Reconoces los latidos solitarios de tu corazón apagado…, la respiración que habita en todas partes y en ninguna… de tu cuerpo privado de aliento? ¿Reconoces tu propia voz?.
¡Sé honesto por una vez!. ¿Recuerdas los sabores que embriagan con sólo verlos…; el tacto de unos dedos hablando sobre la piel…; la caricia de la lluvia en un rostro descubierto, sin caretas ni paraguas…; el susurro del viento en su tempestuoso devenir?
Parece un siglo, pero no hace tanto todo era nuevo. Cada minuto era un viaje al lugar de los sueños. El pasado no existía, salvo en las páginas de las risas. Sólo las noches cálidas de verano en las estaciones de tren daban cuenta del paso del tiempo. El mundo era un despertar en un paisaje pintado de aventuras en la paleta de la vida. La sombra de los árboles cubría de descanso tu camino hacia lo desconocido, lleno de sempiternas incertidumbres y fascinantes anhelos. Y acogías en tu regazo cada noche para dejarla libre cada día. Y cuando estabas triste buscabas el mapa de aquel tesoro escondido en la isla de la cueva perdida a la que siempre quisiste ir, y que aparecía en tu vigilia con aquellas palmeras en las que alguien grabó la palabra esperanza.
¿Te atreves a leer lo que te han escrito tantas veces las olas? ¿Le preguntaste a tu mirada cuándo perdió el brillo cristalino del agua?
Anota en el calendario de la tristeza el día en que las ilusiones dejaron de llamar a tu puerta, y después camina sin mirar atrás. Y cuando vuelvas a sentirte vivo… -y vivir no sólo es respirar…; es dejarse abrazar por el sol cada amanecer y cenar con el crepúsculo cada noche; vivir es que los espejos te devuelvan la sonrisa y recogerla como si fuera a perderse, guardándola en el corazón de tu cama para despertar con ella a tu lado; vivir es pintar el dolor de blanco como la nieve para calmar su latido- cuéntaselo a tu almohada.
¿Conservas aquellos zapatos descosidos, con los que tus pies hablaban en silencio con la lluvia, y con cada paso las huellas sonaban como una melodía? ¿Y aquel viejo violín que te regalaba notas de un desconocido envueltas en papel de plata?.
¿Conservas la casa de madera construida en el árbol más viejo del huerto, convertida en castillo inexpugnable, capaz de guardar leyendas de tierras lejanas, a las que accedías a través de una escalera desde la que casi podías tocar las nubes?
Cierra los ojos y déjate llevar de nuevo hacia cualquier lugar que no tenga relojes ni prisas. Viaja al lugar de los sueños perdidos; ese lugar donde la tierra y la música se besan sin mirarse, donde las lágrimas dejan de serlo y se convierten en diamantes, y los tesoros habitan en islas donde el mar borra los nombres escritos en la arena para no olvidarlos.
¿Qué ha cambiado desde aquellas aventuras pintadas de mar, desde aquellos espejos que te sonreían, desde aquella cueva en la isla del tesoro que pronunciaba tu nombre al subir la marea?
Quizás estás atrapado en la cárcel de tus miedos… Quizás te olvidaste de soñar…, o simplemente dejaste que las dudas que fabrican los años malditos que no cesan te maten poco a poco.
Párate un segundo, sólo un segundo. Busca aquella libreta en la que decías al amor de tu vida que lo inesperado puede ser maravilloso, que no importa lo que pase cuando vivimos con pasión y damos lo mejor de nosotros mismos. Ya hace tiempo que no está a tu lado, pero tus palabras aún existen. Las palabras sentidas nunca mueren porque son verdad. Esas palabras siempre viajarán contigo a dónde vayas.
La vida no escribe en renglones rectos, te sube a la cuerda floja para que cometas errores, y cuando caigas aprendas de ellos y vuelvas a levantarte. Abre esa libreta que también ella leyó un día y, aunque ya no pueda regalarte su sonrisa, vuelve a caminar con los zapatos descosidos bajo la lluvia.
Atrévete a salir a mar abierto sin saber lo que te puedes encontrar. Atrévete a equivocarte. Deja el pasado en su cárcel y vuelve a la cueva de la isla del tesoro, esa que tenía aquellas palmeras en las que alguien grabó la palabra esperanza. Y cuando te visite la soledad, piensa que siempre queda la música, el teatro, el olor húmedo de la tierra, el sonido de las olas… y el sol seguirá saludándote cada día.
Si no te rindes los espejos siempre te devuelven la sonrisa. El amor no es sólo una palabra, es una forma de vida. El dolor te recuerda que estás vivo; y lo que te hizo feliz, si no te quedas varado en la sinrazón de la culpa, aún te está esperando. Los sueños existen porque tú los creas, y lo que se crea es arte, y el verdadero arte es eterno…, como tus anhelos.
Deja que la lluvia se deslice por tu rostro y siéntela…, no te refugies en tu burbuja fabricada de cristal y añoranza. Cierra los ojos y vuela…Y si el orgullo o el dolor te hacen volver a dudar de ti mismo, vuelve a aquella playa donde el mar borra los nombres escritos en la arena.
Atrévete a soñar otra vez, con una sandalia rota y la otra descosida… con la ropa sucia y el alma detrás. Atrapa la ilusión para siempre, como cuando te emocionabas y todo era nuevo…, y la lluvia no sólo era agua, y el viento susurraba en su travesía, y el sol salía cada mañana y desaparecía cada noche en el horizonte después de cenar contigo en el crepúsculo.
Olvida los miedos. El viejo violín seguirá regalando sus notas al silencio para ti. Volverás a reconocerte. No es difícil. Sigue tu camino. Sigue la ruta de la ilusión. Busca en ti mismo. Viaja al lugar de los sueños perdidos.
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