Yo estuve ahí. Irremisiblemente yo siempre he estado ahí.
Y no porque alguien me haya citado ni mucho menos invocado.
Inevitablemente yo siempre seguiré estando ahí.
Simplemente no tengo derecho a descansar, no tengo derecho a negarme a estar ahí. Nadie me pide mi opinión y aunque hay quien se regocija con mi llegada, por lo general huyen de mí.
Recorro el mundo a cada instante y soy el viajero más asiduo. No distingo el día de la noche, la primavera del invierno. No hay edad, sexo, raza, convicción política o religiosa que evite que yo esté ahí.
Soy temida y alabada. Esperada e inoportuna. Así como llego con mi valija llena de consuelo, lo hago con mi equipaje repleto de desolación.
En ocasiones me presento y entro sin siquiera la puerta tocar. Otras veces soy muy bienvenida y recibida.
No siempre llego cuando me esperan, pero indudablemente llegaré.
Si de viajar se trata, nadie me supera. Amanezco un día en el norte y me anochece en el sur. Doy la vuela al mundo a cada instante sólo para volver a comenzar.
No requiero pasaporte ni visa alguna . Para mí no existen las fronteras. Soy lo que se pudiera llamar un ciudadano del mundo.
No hay rincón del planeta que no conozca, ni época que haya podido prescindir de mi.
Y si piensas que soy insensible, solo te diré que cumplo mi misión.
Para muchos soy muy triste, aunque hay también quien implora por mí.
Fiel compañera de viajes, de fiestas y parrandas. Muchas veces incomprendida y por nadie menospreciada.
Todos me conocen y temen que algún día me encontrarán.
Los abrazaré inminentemente y al final todos renegarán de mí.
Soy más vieja que el tiempo, aunque renazco con cada ser.
Sólo Dios me ha trascendido e irónicamente es a través de mí la única forma de llegar a Él.
Parezco desalmada y despiadada cuando me acerco a besar a un inocente ser, más en muchas ocasiones traigo paz y tranquilidad a quien en mí, el único escape a su dolor esperará.
Soy tan sólo una puerta, un portal, un mal necesario, nunca un destino fatal.
Me regocijo en las guerras, en las catástrofes naturales, en actos terroristas, en la cruel mezquindad humana. Me regocijo pero no dudes que también me acongojo.
Mi sólo nombre desolación y temor traerá.
Pero déjame decirte que si hoy leyéndome estás, es porque tu hora de conocerme no ha llegado aún. Más no me temas, vive hoy con felicidad. Te aseguro que nuestro encuentro fijado ya está.
No hagas equipaje, no lo requerirás. Tu viaje, retorno no tendrá, y el boleto de partida, fijada la hora, grabado en tu alma aparecerá.
Prometo que éste tu último viaje será, y si viviste congruente, de nada te arrepentirás.
¡Vamos!. Preparado debes estar. Tu visa hacia la eternidad no tiene fecha de caducidad.
Sólo te pido una cosa antes de tu viaje iniciar. Regálame una sonrisa cuando nuestro encuentro inminente sea ya.
Como madre amorosa a mi lecho te llevaré y si tu cuerpo en este planeta dejarás, será sólo porque en tu morada eterna no lo necesitarás.
El camino largo será, y sin equipaje, un maletín de primeros auxílios sólo se te permitirá. En él únicamente podrás llevar cosas espirituales, nada material. Tus buenas acciones, tu Amor fraternal, ideales cumplidos, tu gran compasión, son estas acciones que tu viaje aligerarán.
Recuerda, mi bien, que yo estoy aquí, e inminente nuestro encuentro será.
Mantén siempre tus brazos abiertos hacia mí, que yo sabré cuándo mi Amor te corresponderá.
Tu hora inevitablemente llegará y entonces mi dulce rostro conocerás.
Yo estuve, estoy y estaré ahí. Eterna, feliz y amorosamente aguardando por ti, para tu viaje más importante realizar.
Mientras tanto, tu maletín debes preparar…
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