CIUDAD DE ESTRELLAS

¿Qué es el infinito?, ¿está en algún lugar?, ¿qué habrá allí?. Existe una hora mágica, una hora intrépida casi inexistente, casi imperceptible, regularmente sucede cuándo cerramos los ojos, no es el dormir, es algo más allá, algo transcendental, no existe mapa guía pero sabemos como llegar, aquí la razón es irracional, la perfección imperfecta, el todo es la nada. No hace falta el dinero, no tiene valor alguno, la riqueza es conceptual; llegar es rápido, tanto que puedes estar en dos sitios al tiempo, las emociones juegan un papel importante, de ellas depende el estado del lugar. El espacio es inmenso, existen todo tipo de cosas, aquí puede llover de abajo para arriba, puedes nadar por las nubes y volar por los arrecifes, existen las explosiones y están llenas de sabores, las bombas mas poderosas son de chicles mentolados, las balas de chocolate abatieron con el hambre, y los batallones hechos de galletas se protegen de las erupciones lácteas de volcanes lecheros. La música retumba en cada esquina creando una armonía musical irresistible, las montañas de colores embellecen el horizonte, ríos y lagos crean nuevos colores, el sol pinta y la luna esculpe, las estrellas se encargan de crear infinidades de versos, admirando la belleza que está presente y es un evento hermoso, ya que miles de ellas recrean sus estrofas en el cielo, dibujando lo que han relatado, haciendo del cielo su escenario, presentando cada noche una obra distinta pero lo hacen con su misma delicadeza, le ponen todo el sentimiento posible para crear eso, arte; criaturas existen a lo largo de aquel lugar, cada una con un talento sin igual. La estadía aquí es libre, podemos ir y venir a nuestro placer, el acceso es tan fácil que los infantes mantienen aquí la mayor parte del tiempo. Muchos nombres se le han dado a este sitio: locura, estupidez, inmadurez, sueños, pero hay unos más acertado: imaginación, en ella se cree, está la infinitud y las posibilidades son bastas, yo le llamo «la ciudad de estrellas» por ser tan inesperadamente artístico, pero más allá de darle un nombre trivial, yo le llamo: «vivir».