¿Qué somos para las empresas? Nada más que productos a los que se puede utilizar para conseguir sus objetivos financieros. No importa nada más. Sólo el dinero.
Planteemos cuatro situaciones posibles para ordenar durante una dinámica de grupo en una entrevista para dependiente de tienda. El primero consiste en limpiar un producto derramado en el suelo. El segundo en cobrar a un cliente que se encuentra en la caja. El tercero en proporcionarle el artículo en concreto que nos pide un cliente y, finalmente, el cuarto trata sobre ordenar y reponer los productos.
El grupo atiende a la necesidad de recoger, en primer lugar, el producto derramado para evitar las numerosas consecuencias legales y humanas que pudiese ocasionar debido a que un cliente que pase por ahí se resbale o algo peor. Aparte de la posible mala imagen para la tienda.
Sin embargo, el experto técnico en recursos humanos nos comenta que al haber decidido esa prioridad, la empresa no nos contrataría porque lo único que le preocupa es vender y ganar dinero. Entonces, la pregunta es: ¿realmente da igual lo que ocurra mientras haya dinero de por medio? ¿el dinero está por encima de todo, incluso, de las personas?. Según el técnico, le hemos dado un punto de vista muy dramático porque la situación de un producto derramado se trata de un hecho aislado sin importancia. Es una excepción.
Tras este comentario, un compañero expone un buen ejemplo. ¿Y la tragedia del Madrid Arena? situación en la que sólo primó el dinero frente a todo y, por eso, se cobró cinco muertes. Sólo importaba la venta de entradas y se olvidaron de la seguridad. ¿Hay que anteponer y darle más importancia siempre al beneficio dinerario de la empresa?
A pesar de un claro ejemplo trágico, el técnico sigue sin estar conforme con la prioridad expuesta por lo que procedemos a comentarle que lo lógico sería definir la mancha del suelo, es decir, si son dos gotas lo derramado claro que no pasa nada pero si es un charco sí que pasa. Pero continua rebatiendo que sólo importa el beneficio, que será una mancha aislada.
Somos tan dramáticos que hemos visto un peligro para los clientes y empleados que se puede evitar. Con técnicos en recursos humanos así, no me extraña que no haya trabajo.
Pero hay más historias laborales que contar. Injusticias infernales. Por ello os traigo un ejemplo de cosas que ocurren y se deberían evitar.
Fui despedida por un error administrativo, no era yo a la que tenían que despedir sino otra chica. Quizás mi historia no les importe pero sufrí una gran injusticia por una empresa de trabajo temporal.
En 2015 comencé a trabajar como ordenanza y asistente de planta en la sede central de una entidad bancaria española. Tras un mes de trabajo a tiempo parcial, me citaron en la central de la ETT donde me plantaron la carta de despido disciplinario. Sin recibir información de los motivos por los que se procedía al mismo, observé que en dicha carta figuraban unos apellidos muy parecidos pero que no se correspondían con los míos pero el nombre era el mismo, Alicia. Rápidamente, se lo comuniqué a las dos mujeres que me estaban atendiendo. Acto seguido me preguntaron si el DNI era el mismo. Efectivamente, sí que lo era, coincidía. Sin más dilación, se fueron, cambiaron los apellidos y pusieron los míos.
Me comunicaron que el despido era improcedente porque ya había pasado el periodo de prueba al haber desempeñado otros trabajos con ellos. Además, me hicieron la papeleta de demanda para el acto de conciliación en el mismo día, teniéndola que firmar sin poder reclamar nada posteriormente. En la carta de despido se indicaba, según sus palabras, que mi rendimiento había bajado y que no daba el perfil exigido por la empresa por lo que procedían al despido disciplinario por falta grave. ¿Para qué me contrataron si no daba el perfil?
Nadie habló conmigo, sólo recibí una llamada tres horas antes de la cita en la que sólo me dijeron que asistiese a las 16:00. Además, pregunté el motivo de porqué tenía que ir y me dijo la supervisora de la ETT en dicho banco que no lo sabía. Muy obediente, a la hora de la cita me presenté y me encontré el despido.
En diciembre por mediación de un tercero de otra empresa de seguros que posee acuerdos y relaciones con dicha ETT. Les pidió que me contratasen pero éstos le ponían trabas para hacerlo. Comenzó a resultar bastante extraño. Finalmente, terminaron diciéndole que no me contrataban porque había tenido un supuesto percance con un supervisor. A los supervisores de la ETT en el banco, no les conocí. Sólo a la que me llamó para que fuese a la central que se acercó un día a mi sitio y me dijo: «te falta el pin en el uniforme, un día te lo traigo.» Jamás lo hizo, no volvió a aparecer y, desde luego, que no volví a verla.
Tras enterarme de esta historia, comencé a llamar a la ETT, comentando la situación ocurrida pero no arreglaron nada, sin embargo, sí que reconocieron por teléfono que se trataba de un error administrativo y que el despido era para otra chica y no para mí. Pero se escudan en que como ya ha habido un acto de conciliación de por medio que no se podía hacer nada. Aunque el gran problema no era reclamar sino que han decidido meterme en una lista negra para no contratarme y, actualmente, me descartan de todas las ofertas de esta empresa injustamente. Me han marcado que no deben contratarme cuando yo no he hecho nada y ha sido todo un error de sus empleados.
En definitiva, ¿qué somos para las empresas? productos esclavos para su propio beneficio en el que además no aceptan sus errores ni los solucionan y los perjudicados somos siempre los trabajadores que nos quedamos sin nada.
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