Aurelio ha nacido en 1902.  Posee  atributos de  galán. El estudio en Esperanza lo ha dotado  de vocabulario, agradable conversación y lo  adorna  la situación económica. Su padre Pascual, inmigrante  de Lombardía, tiene sólidas finanzas con el  negocio de Ramos Generales, así como  el acopio de cereales o  la compra y venta de hacienda.

El amor ha tocado el corazón de  Aurelio cuando debe cumplir con la patria. Veinte años y un destino militar obligatorio. Pronto  estará  «bajo bandera» en un  Regimiento.

La joven del pueblo tiene  apellido italiano, ¿cómo no  aceptarla en la familia? El amor  arriba  a la pasión. Cuando  Aurelio se  ausenta, ella descubre lo que  se gesta en su vientre.

Los meses son lentos pero  la etapa militar finaliza. La despedida con los compañeros tiene  bagaje misceláneo.  El mañana los espera y  ríen abrazándose. Aurelio define sus pasos. Envió  cartas a través de un amigo. Jamás olvidó  y junto a las líneas  envió  dinero. Confiaba en ese amigo, quien conocía la situación.

La familia celebra el regreso. El padre está lejos, arreando tropas. Ha dejado  una  cantidad  de dinero  para este hijo. Sonriente, la madre de mirada celeste entrega el obsequio.

-«Gracias, mamma».  Este dinero lo voy a usar para casarme».

-«¿Casarte? ¿Con quién?»- Si Jacinta sabe la historia quedará en las sombras.

Aurelio abre su  corazón  porque ama a la madre de su hijo.

-«Pero ella no vive más acá»- palabras suaves y también lacerantes. No puede ser verdad. ¿Adónde, en ese estado?

 Aurelio busca  en el pueblo y pregunta por su amigo, pero ya no reside  allí. ¡¿Dónde?!  Busca en los campos, pueblos vecinos, más preguntas, más kilómetros, sin resultados.

El tiempo y el silencio logran convencerlo. Otras mujeres lo rodean y sacude su ostracismo. Pero jamás  olvida.

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Corre el tiempo. Los hijos están grandes;  los inmigrantes  yacen en el descanso eterno.

Omar Schiavi, hijo  de Aurelio  y de Adelina Piattoni, con  trayectoria laboral  cumplida, conoce esta historia y quiere dilucidarla.  Tiene un hermano menor, Roberto, pero  sabe que hay una tercera componente.

Mercedes, única tía viva, seguramente  le revelará el secreto  al comprobar su  deseo. La anciana  en silla de ruedas  alegra su mirada celeste cuando lo recibe. Pero se vuelve seria, adusta. Desaparece la sonrisa y responde: -«¡Dejen de remover el pasado!»  

Omar insiste. Inmutable,  la tía repite no saber nada. Nada. Pactos de silencio. Lo decidieron  y así se mantiene.  

La hija de Mercedes piensa  que quizás Chela,  hija de Juanita Shiavi, tenga datos porque se quedaron en el pueblo y con ellos, el abuelo Pascual.  Pero Chela tampoco sabe.

Después, un vestigio  recala en su memoria. Recuerda que una tarde, Juanita le había dicho: – «Tío Aurelio,  de joven,  tenía una novia que estaba así».

Así. Ambigua afirmación del amor carnal y su consecuencia.

Chela no preguntó. La inocencia, la sorpresa… No hubo preguntas. Quizás fue  la simpleza adolescente.

 – «¿Cómo  no pregunté? Era mi tío,  los parientes con quienes más compartimos».  Recriminación  tardía.

Los pueblos tienen personas con memorias privilegiadas. José Antinori es claro exponente. A su casa llega  Omar y este hombre  conoce la historia.  De aquella  novia y el amigo  que no entregaba las cartas, aprovechando la ausencia del soldado. 

Omar averigua  dónde reside esta  hermana.  En  Humberto I  pasó su infancia y cursó la escuela. El sur aparece en la geografía del futuro.

Milagrosamente, a través de una radio  establecen  contacto con el nieto  de esta mujer, quien  es locutor en Junín de los Andes, en Neuquén.

Hacia allá se dirigen. Hugo, hijo de Omar y Nelly, los lleva hacia ese rincón austral.

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 Llegar a destino supone un largo trayecto  que se emprende con entusiasmo.

Tras la puerta aguarda una revelación. Él la divisa enseguida. Nélida se yergue  para recibirlo. Los ojos celestes la denuncian. Es una Schiavi;  genética innegable.

El relato rodea la mesa. Las incógnitas de ella  y  la sinceridad de él con la ambición de unir  lazos de la sangre.

Sin rencores. Nélida es  capaz de perdonar, dueña de un espíritu anhelante por producir el encuentro soñado. Porque guarda la información proporcionada por  Juanita Schiavi .

La había localizado en Humberto I, sabiendo que era su sobrina. La invitó a la casa que compartía con Albino, su esposo. Estaban  solos y fueron  afectuosos. La pequeña reunión se desarrolló en la cocina,  junto al horno donde cocinó  carne para  agasajarla.

Juanita lavó  la memoria del hermano; confirmó  el amor de Aurelio por la joven que esperaba una hija; la resolución de casarse al regreso del Regimiento  y su búsqueda infructuosa.

Nélida habla  de quien  le dio  su apellido. Siendo  niña se había enterado en la escuela, por las compañeras,  pero ella jamás se lo confesó  a su madre.

El abuelo  Pascual había sido el gestor del engaño,  en confabulación con el amigo enamorado. Dinero, siempre  dinero para resolver lo inconveniente.

Seguramente fue el embarazo de una mujer soltera el detonante. O  la juventud de Aurelio, con un porvenir a concretar.

Dos noches de hotel  y tres días   de confidencias. El  tiempo resulta breve para resumir tantos años de lejanía.

El regreso tiene  otro sabor. Bulle el alma. La herencia  ha unido la Patagonia  austral con la llanura santafesina.

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Las emociones permanecen  nítidas.  Un milagro  gracias a la determinación de Omar. Transmitirán  y mostrarán  las fotografías de la nueva integrante y sus descendientes sureños.

Se ilusionan con un contacto  fluido.  Incluso, que Nélida Mondino llegue a  Santa Fe donde habitan sus parientes. Su  nieto posibilitará  el encuentro, con  itinerario inverso.   

El tiempo transcurre. La  desazón  invade a Omar; el entusiasmo da  paso a la ansiedad.

¿Olvidaron la promesa? ¿Tendrá  alguna dolencia? Acumulan las preguntas.

El misterio se revela.  Lo  comunican los familiares directos. Nada de lo planeado será realidad. Lo  disfrutado pasa a ser mucho, ante la seguridad de no  reeditarlo.  Nunca más. Nélida ha muerto.

Omar aprende  a sentirse  rico, con esa riqueza que otorgan las misiones cumplidas. Porque pudo abrazarla y llamarla Hermana. 

FIN

1Boda_Pascual_Schiavi1.jpgACTA BODA PASCUAL SCHIAVI

2Familia_Schiavi1.jpg Familia Schiavi

3_BODA_DE_AURELIO_SCHIAVI_Y_3.jpgBoda Aurelio y Adelina

4_AURELIO_SCHIAVI,_SU_ESPOSA1.jpgAurelio e hijos

5_COMUNIÓN_DE_OMAR_SCHIAVI_1.jpg Comunión Omar Schiavi

6_BODA_DE_OMAR_SCHIAVI_Y_NEL.jpgBoda Omar Schiavi

7_Segunda_boda_de_Aurelio_y_1.jpgBoda Aurelio y Ema Albrecht

8_VIAJE_DE_BODAS_DE_AURELIO.jpg 

9_Juanita_Schiavi_y_Albino.jpg10_FLIA_SCHIAVI-ALBRECHT,_HO.jpg

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