Quedan pedazos de sol sobre la mesa

Quedan pedazos de sol sobre la mesa

María Fernanda

04/01/2016

Nos sentamos alrededor de la mesa que está en la cocina. Es hora de almuerzo. Como siempre, mamá tiene muchas cosas por hacer o eso es lo que repite día tras día, que tengo mucha ropa sucia, que uff una montaña de loza para lavar, ahhh de hoy no pasa coser el ruedo de los pantalones, mmm otras cosas mmm no me gusta que me cuestionen, nos dice. Se levanta de la mesa y se va tras sus ocupaciones.

Miro a mi hermana, déjala ella se siente tranquila así, sí bueno, pero no la comprendo, le respondo y sigo comiendo.

Entre cucharada y cucharada me diluyo en pensamientos y sopa. ¿Cómo es que mamá se esconde del presente? Miro por la ventana y el cielo está cargado de grises, está a punto de vomitar sus nubes.

Trato de recordar el sol de mi infancia. Aparecen algunas imágenes. Mamá brillante. Cierro los ojos. Mamá y la mezcla de la leche Klim con granitos de azúcar, solo un poquito porque eso les hace daño, su vocecita aparecía en mi oído tan dulce; mamá y el japiverdituyu con colores y besos entre papel de regalo; mamá y sus bananitos en vainilla con pasta napolitana de los viernes; mamá y su melodía para despertarnos buenos días amigüitas, ¿cómo están?; mamá y los cuentos de los hermanos Grimm para hacer que nuestros ojos se cerraran…

Y es que para ella fue muy difícil llegar aquí, a Bogotá, mi tía que decide romper el silencio.

Aterrizo de nuevo en la cocina del presente. Mi tía sigue, yo me acuerdo que su mamá lloró y lloró el día que llegamos, en realidad era de noche y llovía a cántaros, tendría unos mmmm unos once años, y aquí fue donde conoció a su papá, creo que dejar Medellín nos torció la vida a todas.

Ahora entiendo porque mamá nunca llora, ese día vomitó todas sus nubes, su sol se quedó atascado en el pueblito paisa y navega aún muy lejos de esta mesa.

FIN

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