La caja de los misterios

La caja de los misterios

Luis Jané

27/12/2015

La caja de los misterios

     La foto había aparecido en una caja que tiempo atrás quizá había guardado unos zapatos. Pero esa no era una caja vulgar, esa caja de cartón, roja y ajada era la caja de los misterios. La caja donde tantas veces había querido curiosear, pero ella nunca me dejó mientras decía entre risas que cuando muriese podría ver lo que había allí. ¿Tan importante era eso que debía esperar una eternidad para saber lo que guardaba allí? Pero ahora mamá estaba estirada en su cama pálida y fría. Aquella madrugada me había llamado la enfermera; mamá tenía fiebre y respiraba rápido. Se estaba yendo. Apenas llegué para despedirme y decirle cuando la quería. Mamá se había ido con la mirada serena de quién sabe que puede descansar en paz. Sentado junto a ella con su mano entre mis manos, recé y recordé tantos momentos bonitos, hasta que el sonido del timbre de la puerta me recordó que había avisado a mis hermanos, debía ser alguno de ellos el que llamaba. Dolores abrirá, pensé mientras dejaba la caja donde la había encontrado.  

     Lagrimas, lloros y gritos de dolor. ¿Por qué mostramos nuestro dolor de una manera tan impúdica? Marta, se quejaba de quién la había vestido así, Ana decía que le pusiésemos un crucifijo en sus manos, mientras Max gritaba que no fuese mojigata, que un crucifijo era cosa del pasado, que mamá no era creyente (cosa que era falso pero que a Max, que confundía fe y religión, le importaba un carajo mientras lo pudiese usar como argumento irrefutable de su agnosticismo militante). ¿Es que no se podían comportar como personas ni con mamá de cuerpo presente?, pensé harto de soportar tanta estupidez. Encerrado en la habitación, busqué la caja de los deseos que me uniría a mamá. Y allí estaba, llena de papeles que solo un elástico carcomido que sujetaba dignamente la tapa, evitaba que las cartas de papá estudiante en el extranjero que no me atreví a leer y las fotos de familia (algunas de Navidad, algunas con papá, otras con mis hermanos, unas en blanco y negro y otras en color), saltasen y se desparramasen por el suelo. Pero la que más me gustó fue una foto donde mamá me envolvía entre sus brazos con ternura. Si el amor se pudiese fotografiar sin duda aquella sería la imagen del amor. Mamá protegía mi cabeza con ternura infinita y la mirada gacha para poder saborear a su bebé que miraba al que sin duda era papá que me decía algo, un ruido, un beso o algo de lo que se le dice a los bebés para que te miren. Aunque lo más sorprendente fueron unos recortes de prensa doblados con cuidado para que cupiesen en la caja. Me senté junto a ella y me dispuse a leer aquellos recuerdos del pasado que por alguna razón habían merecido estar junto a las cosas que mamá más quería.

     Y un tiempo después, el tiempo de leer y releer aquellos testigos verídicos de nuestro pasado, comprendí que hay historias que te cuentan y que no quieres creer. Que mamá quería olvidar aquella guerra que destrozó sus vidas. Olvidar las penurias y la miseria que habían pasado. Olvidar el odio y el animo de venganza. Que mamá no quería que yo supiese de esto y que no le gustaba hablar de aquellos años de guerra y de odio. Y leí como en la iglesia en la Diagonal frente a la casa de la abuela y dónde tanta curiosidad habían despertado en mi aquellos agujeros en la fachada que ella decía eran las balas de los soldados que durante el primer día de guerra habían quemado en medio de la calle a los curas que salían huyendo del infierno. 

     Así comprendí que aquella historia era cierto, que lo que pensé eran cuentos de mayores afectados por la guerra y que nunca había querido creer, eran ciertas y que los curas habían muerto como ratas frente a los ojos horrorizados de una niña de quince años que lo vio escondida tras las persianas de una  ventana.

     Porque mamá me había querido proteger y solo había dejado aquellos recortes una vez muerta para que yo supiese que aquello que me explicaba era verdad y que no debía repetirse nunca. Y lloré hasta que me quedé dormido junto a ella.

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