De los cientos de fotografías que hay en la caja elijo una al azar, y resultan ser mis bisabuelos. Miro la fecha impresa en su reverso, 14 de septiembre de 1988, y entro en ella. Sí, lo sé, en el año 2015 que es cuando estas palabras verán la luz, os puede resultar extraño, pero no me equivoco, el verbo correcto es “entrar” en la fotografía. Os diré más: aun suponiendo que alguien de vosotros aceptase, con reticencias, que la frase está semánticamente bien construida, seguramente no dejará de resultaros chocante y antinatural la acción de “entrar” en una fotografía ¿verdad? La lógica puede decirnos que uno no puede “entrar” en una fotografía. Puede mirarla, admirarla, colgarla en la pared, llevarla en la cartera… incluso sentirla de una manera figurada. ¿Pero “entrar” en ella? De ninguna de las maneras. Ahora bien, si digo que estoy escribiendo estas palabras en el año 2056 entonces ya la cosa cambia. Y si por un casual, debido a este hecho, pudierais llegar a pensar que en este año 2056 vivimos en un mundo feliz lleno de todo tipo de avances tecnológicos y comodidades, para mayor gloria de los habitantes del planeta, desde ya os digo que nada más lejos de la realidad.

En efecto, si me paro a pensarlo, puede resultar fascinante visto desde la distancia el hecho de poder “entrar” en una fotografía. Yo me imagino que esa fascinación debe ser similar a la que mis bisabuelos tuvieron en aquella época de la foto, cercano el final del siglo XX, cuando se vieran plasmados a sí mismos en imágenes en movimiento en las antiguas televisiones. Creo que lo llamaban “grabación en VHS”. Y esa misma sensación podéis estar viviendo más adelante, en el año 2015, vosotros, lectores de este relato. Por esa época, si no me equivoco, están en auge los llamados SmartPhones, que permiten las conversaciones sin cable y el envío de imágenes y mensajes de una persona a otra en cualquier parte del mundo, lo cual no deja de ser una maravilla. Pero si así fuese, si os estuviera resultando fascinante el hecho de que en 2056 se pueda “entrar” en una fotografía, es decir; viajar al lugar y al tiempo en que se tomó para vivir las sensaciones del momento, de nuevo las apariencias os estarían llevando a engaño. Y es que resulta increíble que la misma especie, es decir, el ser humano, que ha hecho esto posible, los mismos que han descubierto la manera de viajar a través de las imágenes, de poder percibir lo que en ellas se plasma, de oler, de sentir lo que se vive en la escena, resulta increíble, digo, que esa misma especie sea la que haya llevado al mundo y a la sociedad al estado en que se encuentra.

Baste decir que el distópico mundo que Aldous Huxley describió en su “Un mundo feliz” se queda corto con la situación real actual en este año 2056. Y es que, tal y como se puede ver en las EVHH (Enciclopedias Virtuales de Historia de la Humanidad) debido a las múltiples epidemias ocurridas a raíz de la llamada “Guerra de las religiones”, que tuvo lugar desde el año 2016  hasta el 2030, a raíz de unos atentados terroristas en París y las posteriores represalias del gobierno francés con el apoyo de sus aliados, se desencadenó una serie de ataques bacteriológicos y químicos sin precedentes que provocaron la aparición de nuevas enfermedades contagiosas a lo largo y ancho del mundo, así como la reaparición de otras que se creían destruidas como la peste negra. Estas múltiples pandemias provocaron la muerte del 65% de la población del planeta en tan solo 15 años, por lo cual se establecieron unas estrictas medidas de aislamiento para todos los individuos de la especie humana que sobrevivieron, medidas que en caso de incumplimiento llevaban irremediablemente a la pena de muerte, que desde entonces fue reinstaurada sin excepción en todos los países del mundo. Entre estas medidas de aislamiento citaré, por ejemplo, que no está permitido tener pareja; la reproducción de la especie se garantiza mediante la fecundación programada en laboratorios, que son los encargados del mantenimiento de los nacidos hasta su pubertad. El contacto directo entre seres humanos está totalmente prohibido. Y lo más importante: desde esa fecha se prohíbe la formación de lo que se conocía hasta entonces como familia. Es decir; deja de existir la convivencia entre seres unidos por un nexo común. Desde entonces solo hay individuos que lo que reciben de sus progenitores no es el cariño y el calor familiar de antaño, sino que hereda por ley sus objetos, bienes y posesiones, como esta caja de fotografías

Por eso, de vez en cuando, cojo una al azar, por ejemplo esta de mis bisabuelos posando juntos y abrazados, y entro en ella. Para sentir lo que es estar en familia. Para formar parte de una familia. Para tener una familia. En vuestras manos está evitarlo… o no.

Fin.

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