EL POBRE FELIX Y BLASA NO CONOCIERON LA GLOBALIZACIÓN

EL POBRE FELIX Y BLASA NO CONOCIERON LA GLOBALIZACIÓN

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Lo mejor sería inventar una historia sobre la pobreza y la exclusión social, como si de Ciencia Ficción se tratara, por desgracia, no es así, actualmente forma parte del vivir usual de multitud de personas  en nuestro entorno más cercano. También de alguno de nosotros o nosotras, que muy dignamente, nos pintamos el rabillo del ojo por las mañanas y los labios rojo carmesí, lanzándonos a ver que nos depara el nuevo día. Se anunciaba a “bombo y platillo”, que la esclavitud y la marginación estaban abolidas. ¡ Valiente patraña!.

 Le han dado una patada en el trasero a las leyes sobre los Derechos Humanos; que han de regir en las constituciones de todos los países, y más aún a la nuestra, donde algunos artículos recogen que: “todos tienen derecho a una vivienda, a un trabajo digno, a la educación, al sistema de Salud, a no sufrir discriminación por raza, sexo, creencias religiosas” etc..¡Me desespera!, ¡Me indigna!, tanta burla. ¡Les importa un bledo! que la gente sufra, se muera de hambre, no tenga casa, eso si, tratan mucho de señalar, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, (menos ellos), y nos hemos endeudado hasta “las cejas” con hipotecas, préstamos, comisiones y demás vainas. Nos han robado todo, sólo les queda, quitarnos la libertad. La libertad de hablar, de opinar de decidir ¿estamos idiotizados?. ¡No pienso dejar de pensar!. Es la única libertad que a mí, no me van a extirpar.

El siglo XXI pasará a la Historia por las aberraciones contra el ser humano ¡otro más!. Los  campos estaban sembrados con el mismo germen de barbarie, que irrumpe de nuevo.  ¡Señores que gobiernan el mundo!, “La historia hay que conocerla, para no volver a cometer los mismos errores, (Paul Preston). Con tantos adelantos científicos,  técnicos, médicos, biomédicos, ambientales, espaciales etc., ¡no hemos avanzado nada!;¡estamos como al principio¡. La mente se sigue utilizando para destruir al prójimo “El hombre es el único lobo para el hombre” (Hobbes).

“La Globalización”, a mi entender, nació con la finalidad principal de proteger la multiculturalidad, nos muestra: que las desigualdades culturales son necesarias, nos aportan conocimiento nuevo, a crear climas de tolerancia, a vivir con el otro, a protegernos económicamente y, ayudar a los países en vías de desarrollo. “Nos vendieron una buena milonga”. Los poderes fácticos escondían “una caja de Pandora”, que nos ha dejado sin aliento, sin casas, sin dinero, sin comida, sin campo para cultivar, sin minas que excavar, sin flota para pescar en nuestros mares, sin sin … ¡alma!. En cambio, el capitalismo vive de “putísima madre” en sus despachos minimalistas a todo lujo, sentados en sus sillones de piel “curtida y natural”, de algún animal protegido  en vías de extinción; admirando su obra con los cuentas bancarias bien repletas, sin conocimiento alguno, del vivir real de la gente llana, que nunca alcanzará su status.

Como si fuésemos fichas de ajedrez en el tablero del mundo, mueven a los peones (nosotros), los alfiles (sus vasallos), los caballos (sus grandes cochazos, embarcaciones y lujos diversos), la torre (sus grandes latifundios, mansiones, etc.,) para dar jaque al rey, que bien pudiera ser algún guerrillero salvador del pueblo. La reina, no tiene protagonismo, está cuidando a sus niños que tienen hambre, sufriendo discriminación por su sexo y, malos tratos.

El índice de pobreza en España está valorado, ¡ya está el capitalismo poniendo precios!, de personas que viven con menos de un dólar o euro al día. Y, el índice de pobreza extrema, con la mitad. Pero ¿qué es esto?, ¿cómo lo valoran?. No, no me hablen de estadísticas, se manipulan constantemente. ¿Y los que viven con NADA?. En un país, como España, donde se ha estado evadiendo el dinero por “los nobles y nobilísimos” ¿cómo han tenido y tienen conciencia,  para dejar en la máxima pobreza a miles de padres de familia y a sus hijos?, está bien claro, no teniendo conciencia alguna. Su amoralidad  les ha  de perseguir por el resto de sus vidas. Y mientras actúa la aplicación de la Ley, ¡me cachis!, se les olvidó repasar todas las leyes, para poder salir indemnes de  todas sus fechorías. Gracias a la dignidad de muchos defensores de las leyes, que no se dejaron comprar, por el capitalismo.

¡No se preocupen, estamos en recuperación y saliendo de la crisis! . Pero… ¿quién?. Los más pobres, ¡NO!.

Nací en un pueblo de La Mancha toledana, en los cincuenta, una de las zonas más pobres a nivel industrial. Ahora, las cosas han cambiado mucho, pero a peor. Los jóvenes tienen otras inquietudes distintas de sus padres, abandonan los pocos cultivos que quedan para ir a las ciudades en busca de mejor vida y progreso. Como tantas zonas rurales abandonadas en España, dejó de interesar que la economía fuera por ahí; nos han saciado, hasta vomitar desde la CEE. Nos han lapidado nuestra forma de vivir natural, que ahora quieren proteger, tras destruirla, con la contaminación, explotación excesiva agotando los terrenos, pesticidas y productos químicos etc., se están cargando “La Madre Tierra”. Nos encauzan hacia destinos insospechados, como “borreguitos sin que ninguno se salga del rebaño”, (Nieztche). Nos metieron en la zona euro, para comenzar a tener beneficios, ¡cuanto antes!, a nivel mundial. ¡Maldita sea su estampa!. Nos vendieron sueños de mejor vida, ¡y a mejor precio!, ¿con el redondeo…?. Sólo he de agradecer,  el conocimiento que hemos adquirido de otras lenguas y gentes, lo único enriquecedor que se puede extraer de este producto político mundial, acuñado por las naciones, mal llamadas democráticas.

¡Por fortuna! “El Pobre Félix y Blasa” no conocieron el euro, la globalización, los avances tecnológicos, etc., sus penurias venían desde la Guerra Civil  y la posguerra española. A ellos les tocó otra historia, en otra época paralelamente unida a la nuestra.

Félix, era un hombre altísimo, muy delgado. No se sabe, de dónde era su procedencia, aparentaba alrededor de unos sesenta años. Le conocí de pequeña, llamando un día a la puerta de una casa. Le miré a los ojos, me gusta mirar desde niña, al espejo del alma. Tenía  una mirada, dulce, serena y triste que infundía una paz, difícil describir con palabras.  Aún, le recuerdo, con sus alforjas al hombro, su cara por mil pliegues arrugada, su tez oscura, curtida por los años y el sufrimiento que realzaban, aún más,  sus ojos grisáceos, de mirada muy tierna. Su boca desdentada por completo, me pareció una gruta, en la que tan sólo el hambre sentía ser el habitante de esa morada. Acompañado en sus largo deambular, por su perro.

– ¡Buenos días¡ Señora María. ¡Buenos días! Don Manuel!

Saludaba a todo el que se cruzaba a su paso. A mí, me asombraba, que aquel señor forastero, conociera, el nombre de todas las personas que  encontraba, por el pueblo.

Fue un marginado y un excluido social, al que todo el mundo le conocía como “EL POBRE FELIX”. Vivió en una cueva de un pueblo cercano, que excavó, en una ladera de los cerros al  paso por aquellas tierras, tal y como cuentan con gusto hecha. Aprovechando, la forma de  los salientes de alguna que otra roca, hizo los basares. Se fabricó, su cama con hojas de maíz. Recogía leña, de las vides del campo para calentarse y tallar alguna figurita con una navaja de Albacete. Lavaba su ropa a las orillas del Tajo o en los lavaderos románicos del pueblo que le ofrecía más confianza.

No se sabe porqué misterio, nunca fue a pedir, al pueblo al que pertenecía su cueva. Cada día, “El Pobre Félix”, al amanecer iba caminando acompañado con su perro y sus alforjas, a todos los villas limítrofes, salvo, cuando alguien le conocía, y tenían medio de transporte para acercarle.

 Iba a buscar lo que le pudieran dar para comer, vestirse, vender chatarra, etc.. Y, de vez en cuando, en los días de frío invierno, algunas familias, siempre las que menos tenían, (como suele suceder),  le ofrecían el calor de sus estufas de leña, para que sus agrietadas manos y sus pies gélidos, pudieran tomar el calor, no solo corporal, también el de una familia, que nunca se supo si la llegó a tener con certeza.

-¡Niña morenita! .¿Estará la Señora Blasa?. Dile que está aquí “El Pobre Félix”, a ver si hay algo para darme hoy. Un trozo de pan duro, un poco de aceite  o una bufanda. Hace días que no como y, arrecia el frío, sólo tengo lo que llevo puesto y estas alpargatas.

-¡Yayaaaaa!. (Así llamaba, aquella niña, tan pequeña que la puerta abrió, a quién él se dirigía como la Señora Blasa).

-¡Quita niña! Abre bien, que es mi amigo Félix y, viene helado como la escarcha. ¡Pero Felix! ¿Cómo vienes casi descalzo?. Hoy ha caído una buena helada. ¡Anda pasa!. Acércate a la estufa, que está bien cargada. Dimas, podó unos olivares y, hoy nos podemos calentar  todos. Hay caldo hecho y calentito, que ahora mismo te traigo. Tenemos un invierno muy crudo, amigo mío, y no te arriendo las ganancias. Allí, ¡sólo y en el campo… se me parte el alma!.

– No se inquiete Señora Blasa, en la cueva no paso frío, ayer, fui por leña y, encontré unas vides secas, que me hacen un buen rescoldo de madrugada. ¡Amiga mía!, tengo que contarle: esta semana pasada, tuve visita, vinieron dos voluntarias muy guapas. Me trajeron unas mantas, un café calentito y algunas latas de conserva. Estuvimos, charla que te charla, más de dos horas. ¡Cómo es esta nueva juventud!.Que delicia hablar con personas tan sensatas. ¡Qué corazones tan limpios!. Estas eran de Cáritas.

-¡Pero Félix!, ¿cómo no te vas a algún centro donde no estés sólo?. Conozco a uno, que trabaja en el Ayuntamiento y, me debe algunos favores. Hablaré con él, a ver si te pueden dar una casita de las que hay abandonadas ¡cómo no quieres quedarte en mi casa!. Pero… ya se sabe, estos políticos nunca cambian, prefieren que las casas se derrumben antes que sirvan de abrigo y cobijo a quien esté necesitada.

– Se lo agradezco, Señora Blasa, no hable con nadie, no sirve de nada, otros ya lo intentaron. ¿No recuerda usted, que luché en el otro bando, y por eso no tengo derecho a nada?.  Esa cruel guerra que se llevó todo. Me confiscaron mi casa, de ella me echaron a patadas. ¡Yo así no trato ni a mi perro!, mi buen amigo y compañero de viaje. Murió mi familia, y se me desgarró el alma. Quiero vivir sólo, mía es la pena y,  en mi casa hablo con todos, y los rezo; allí nadie me toma por loco. Leo a mis poetas favoritos a la luz de las llamas. Me despierta la luminosidad del amanecer y, únicamente pienso, en dar gracias, por ese nuevo día y, esa hermosura de alba. Me despiertan los mirlos o el ruiseñor por las mañanas, y ustedes me ayudan cuando pueden. Si bien, la semana pasada, en el pueblo de al lado, me recibieron a pedradas; maltrecha tengo mi vida, pero si he de vivir a pedradas, viviré.

Los que me dan un trozo de pan y una sonrisa para untar, me hacen sentir, el más afortunado del mundo. No necesito mucho para vivir.  Cuando no me ofrecen faena, ni en el campo para ganar unos duros, se acostumbra uno; y si un día no se tiene para comer, no se come. Me hice al rugir de mis tripas.

Blasa, era viuda y acogió a María con la edad de diez años. La madre de María viuda, también, desde los treinta y cinco, con tres niñas. María la mayor entró a servir en su casa,  con el tiempo era la hija de Blasa y, para sus hijos la “Yaya”. Vivian humildemente de los productos del campo, pero en invierno… a saber, cómo se las arreglaban. Desde hacía años, “El Pobre Félix” iba su casa y, a otras del municipio. Pero, ella se enfrentó con los guardias, por querer llevar al calabozo, a ese vagabundo (cumplían órdenes superiores). Desde entonces, les unió una amistad con un cariño inquebrantable. Y, a pesar de sus propias dificultades para salir a delante, la “Yaya Blasa”, le ofrecía, lo que tenía.

-¿Cómo andas Félix?. Siempre le preguntaba, para que hablara de sus cosas. Con ella encontraba el consuelo, de ser escuchado al menos, una vez a la semana o cada quince días cuando llegaba al pueblo.

-De aquí para ya, señora mía, a la gente de otros lugares, tampoco les alcanza.  Hoy encontré a un chiquillo, que por ahí andaba, solito, descalzo y heladito, no tenía a nadie; estaba hambriento y desnutrido. Le di ropa que me ofreció una señora de Ocaña. Su hijo murió de tuberculosis,  aunque para mí fue de hambre, eran ropas caras, de esa que la gente rica tira, cada temporada. ¿Cómo viven los ricos? no valoran nada.

Le entré en calor con una sopa de agua caliente y un puñado de cebada. Y en el calor de mi pecho se durmió un buen rato.  Al atardecer, soplaba el aire crudo,  de esos que te penetra en los huesos y te parte hasta el aliento. Como en mi cueva no entramos ni uno ni dos, menos tres; le llevé en tren, hasta una casa de acogida de Aranjuez con dos pesetas que tenía. Volvimos mi perro y yo a pie.

 Me ofreció, un terrateniente, unas peonadas y, me pagó con cuatro reales y una patada. ¡Señora Blasa!, ¡no se si podré venir!, tendré que ir al médico en cuanto reúna unos duros con la chatarra que cogí. De la paliza que me propinaron, unos desvergonzados, creo que no respiro bien y, algo malo me pasa.

-Ahora mismo, llamo yo al médico.  Así, ¡no te vas de mi casa!.

-No,  no se preocupe,  aún puedo andar unos kilómetros hasta la mía. Pondré a calentar, en las brasas, una buena piedra plana para el pecho y, otra para la espalda. Mañana estaré mucho mejor, si no es así, vengo, y me acompaña. ¡Le doy mi palabra!.

En la primavera volvió “El Pobre Félix” a visitar a Blasa. Se encontró con una sorpresa “non grata” había fallecido a principios de febrero de un cáncer de mama. Lloró, desconsolado en su puerta, no quiso entrar. Se abrazó a María y a Dimas y se fue al cementerio a rezar por ella, con ella.

Poco tiempo después, él enfermó o ya  lo estaba. Su corazón se debilitaba a cada latido, en su cueva. Un matrimonio del mismo pueblo, le recogió muy fatigado. Le llevaron a su casa y, murió en una cama, acompañado y rodeado de personas anónimas, que le sujetaron su mano, en el último aliento dando, las gracias.

Si los estados abandonan el proteccionismo de los más débiles, que debe guiar a un buen estado ¿para qué está?.  El lema de todas las banderas debería ser “Se erradicó la pobreza, el año..”.El hambre nace de los grandes manjares, del capitalismo egoísta y hedonista, ha hecho que sea más emergente aún, en este siglo, es el producto de las etapas de globalización erigidas por los gobiernos neoliberales que no conocen la solidaridad con el más débil. Poseen exagerado conocimiento de finanzas, pero ¿saben algo del rico capital humano que muere día a día de hambre?¿por qué siguen haciendo la connivencia ante tanta pobreza? ¿Por qué, las organizaciones no gubernamentales son las únicas que prestan ayudan? ¿por qué las personas que menos tienen ofrecen la suya?.Las ONGS como Adra, Caritas, Médicos Mundi, Mensajeros por la Paz, personas anónimas,  Blasas ,  Marias , Dimás  etc. saben la riqueza que aporta la SOLIDARIDAD a quienes la practican,  los gobiernos no.

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                                              Carmen García Fernández-Avilés

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