Un niño pequeño nació, y así, una persona más a quien mirar en las sencillas calles de este antiguo pueblo, con sus construcciones de listón, madera y yeso, sin embargo, hay algo peculiar acerca de este chico, no tardó en darse cuenta de que era invisible.
La luz no atravesaba su piel, se molestaban si tapaba la televisión, y de ser molesto o ruidoso, le miraban con desdén, pero todo empezaba y acababa ahí. Un amigo más, un familiar más, un alumno más, una persona más; su presencia era algo que olvidas segundos luego de recordar, su voz no era tenue, pero en la multitud de lo que es importante para ti, no había razón de escucharlo.
Por mucho tiempo él se compadecía, odiaba día tras día, no a ellos por no verlo, sino a sí mismo por no lograr captar su atención, se pensaba maldito, un objeto de carne que ocupaba el espacio de manera inútil, quizá en su rareza había algo que no le permitía existir.
Fue un día de amargura que dijo “basta”, aprendió a cantar preciosos versos que cayeron en oídos sordos, con el movimiento preciso de sus brazos tocó desde el violín hasta la flauta, desde la guitarra hasta el piano, la gente volteaba a ver, y en segundos el interés perdía la fuerza para quedarse, comenzó a bailar, maravillosos pasos y sublimes balanceos de brazos mostraban a un chico desesperado por ser visto, triste era lo que podrían haber presenciado, pero no lo hicieron.
Años de soledad, años de aislamiento, llevaron al chico a un último intento, un último esfuerzo por ser visto, agobiado y atormentado sus decisiones eran erráticas, pero su convicción continuaba fuerte, en un solo día, prendió fuego a todo el pueblo.
Entre las llamas y la ceniza que flotaba sobre todos, huyeron lejos para ver hacia atrás como sus casas desfallecían, como hermosos recuerdos se consumían en el fuego, como el rojo era lo único distinguible en lo que solía ser sus hogares, a excepción de una sombra negra, que a contraluz destacaba en el infierno que atrás tenía, era la silueta del chico.
Las miradas se clavaron en él, por fin era visto como quería, era imposible no hacerlo, su desordenado pelo se movía al son del calor, como una figura misteriosa que ominosa los observaba de vuelta.
Extático y feliz, no sabía que hacer, por años deseó esto, y ahora que lo tenía, era un actor sin guion, un comediante sin material. El chico cerró los ojos, y volvió a bailar como lo hacía antes, esta vez serían testigos de su sufrimiento, un dolor que años cultivó, interpretado en movimientos lentos pero delicados, que las llamas mimicaban detrás de él, la oscura figura le dio a todos un espectáculo que no olvidarían, sin importar cómo ardía su cuerpo ni cómo su piel se asemejaba a las brasas que le rodeaban no se detuvo a pesar de sentirse morir ni al verse envuelto desde sus piernas, brazos y, por último, su rostro.
Datos de la música:
Autor: Yoshiaki Dewa
Titulo: ずるい
Álbum: 「CALL OF THE NIGHT」Original Soundtrack
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