Había pasado mucho tiempo desde la última vez, que presa del pánico, huyó de aquella casa… Siempre fue débil, temerosa, con carácter apocado y la delgadez de su cuerpo, la hacían parecer más frágil. Ahora, de repente y sin pensarlo, se encontraba de nuevo frente a esa imponente y aterradora fachada. Era una vieja casona de tres plantas cuyas paredes invadidas por la humedad, que encerraban una escalofriante historia, estaban cubiertas por una enredadera enamorada del muro que la hacía más tenebrosa.
No sabía muy bien cómo había llegado ahí, mucho menos podía imaginar cómo se había animado después de aquella noche, en que tras escuchar ese sonido paralizante, no había vuelto más. Lentamente fue abriendo la puerta que la recibió llena de telarañas y con un chirrido aturdidor por falta de uso y cuidados. Increíblemente y contra su voluntad, estaba parada en medio del enorme y polvoriento comedor, solo se escuchaba el diminuto ruido que salía de sus temerosos pasos que hacían crujir los viejos y resecos pisos de madera.
Estaba decidida por fin a vencer el miedo que la había alejado de allí. Se repetía una y mil veces, “yo puedo, yo puedo”. Siguió caminando muy despacio hacia el lugar exacto donde había ocurrido todo, debía enfrentar los más sórdidos recuerdos…
Otra vez se escuchó el espantoso chillido pero también lo acompañaba un profundo grito desgarrador, lleno de dolor.
-Ahora no saldré corriendo como aquella fatídica noche… enfrentaré mis miedos y venceré los tristes y paralizantes recuerdos.- pensó.
-Sí. Ahora puedo verla… Es una figura espectral la que produce los sonidos y los gritos.- Se dijo.
Sin despegar la vista de su fantasmagórica imagen, pudo ver que es una bella mujer con gesto adusto que la llama. Su voz es particularmente extraña, sus ojos muy claros de un diáfano celeste, casi transparente como un cielo despejado, se fijan en su mirada que sin hablar, le hacen un desesperado pedido de ayuda. -¿De qué se trata todo esto? ¿Quién es esa rara y bella figura que claramente quiere llamar su atención?- Algo le dice pero no puede comprender. Todo es silencio…
De repente, una extraña fuerza la empuja hacia un costado haciéndola caer en un hueco, que mágicamente se abre en el centro del piso del lujoso comedor.
–Ahora resulta que la casa tiene un sótano que se mantiene intacto y muy luminoso a pesar del paso de los años, parece que en este lugar el tiempo no hizo su trabajo.- se dijo asombrada.
De pronto un gran cofre repleto de joyas que brillan más que el sol, se abre encegueciendo sus ojos por tanto resplandor, pero curiosamente no llaman su atención. En el medio de todas esas riquezas una pequeña caja la invita a que la abra… Despacio y con cuidado la tomó entre sus manos, con temor a que le salte una araña; siempre les tuvo miedo a las arañas. Una vez apartados los temores, por fin vio en su interior una hoja de papel amarillento doblada en varias partes. Lentamente la desenvolvió, estaba escrita con letra temblorosa como si hubiera sido redactada a escondidas y con pánico, también notó que sus palabras transmitían tristeza porque la tinta estaba corrida como si varias lágrimas hubieran caído sobre ella. Luego de unos instantes empezó a leer la gran historia que encerraba el lugar.
Era el pedido de ayuda desesperado de una mujer, encerrada durante veinte años en ese sótano que ocultaba la mansión. Para poder quedarse con toda su fortuna y que no se casara con un joven que había llegado a su corazón, su hermana gemela, enferma de celos, envidia y ambición, la había mantenido prisionera. Pedía justicia a gritos y nadie la escuchaba pero albergaba la esperanza de que alguien, algún día, encontrara su carta…
Y así fueron pasando los años… su gemela se había quedado hasta con su amor. Aprovechándose del gran parecido, tomó su lugar.
Ella ahora sabía toda la verdad. Sacó a la luz su valentía, descubriendo una fuerza interior desconocida. Atrás quedaron todos sus miedos. Desesperada por hacer justicia, salió del sótano rápidamente, para decirle que daría a conocer su historia, que por fin había encontrado su mensaje. Pero los gritos ya no se escuchaban. La buscó por toda la amplia casona que raramente, ya no le infundía temor. Truenos y relámpagos empezaron a sonar cada vez más intensos… una fuerte y copiosa lluvia, desató una feroz tormenta. Debía volver a su casa.
Sin importarle las inclemencias del tiempo y con una pasmosa calma que la invadía, salió corriendo bajo el gran diluvio. De pronto un rayo enorme iluminó la noche más oscura y tenebrosa, haciéndola parecer como si fuera de día.
Nuevamente presa del pánico despertó sobresaltada en su habitación… -¡Qué gran susto! Era solo un sueño.- pensó.
Contempló unos instantes las paredes de su cuarto… se sentía protegida en su espacio preferido, contenida y amparada por la suavidad del acolchado. Ya había recuperado el aliento y una paz infinita la acompañaba. Tranquilamente se levantó. Al poner sus pies en las pantuflas, sintió que estaban mojadas y con restos de barro…
Roxana Roberth
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