La Sombra de la Infancia

La Sombra de la Infancia

Picky A.

18/04/2023

«Algo se marchitó en él: quizás la fe en la perennidad de la infancia»

(Miguel Delibes)

Como otros abuelos, un día llevé a mi nieto a una plaza de juegos de niños y ruidos de pájaros. Los viejos portábamos la misma penosa expresión al ver que nuestros pequeños ya no disfrutaban de toboganes y hamacas como antaño. Cada uno permanecía estático. Sus pupilas fijas en los celulares y el WhatsApp.

Me pregunto con nostalgia:
¿en qué parte del camino se perdió la que fue nuestra infancia? Cierro los ojos. Imagino a esos niños en un viaje al pasado convertidos en mis hermanos y amigos. La vuelvo a encontrar…

Ecos 

Las remembranzas que guardo de mi infancia asaltan de cuando en cuando mis oídos. Son «un eco de reloj en mi memoria» (Borges). Como esas golondrinas que cantan según el tiempo. Aves que migran porque pertenecen a todos lados y a ninguno en particular. Pasajes de mi niñez vuelan sin alas. Sin rumbo. Sin tiempo. Sin geografía. Se mudan en bandada de recuerdos y cuando se posan en las ramas de mi vida me reconfortan, porque en realidad nunca se fueron. Mi infancia no fue seducida por nuevas realidades. Permaneció fiel. Inalterable. Como el trinar de los pájaros en eterna melodía en el corazón de mis oídos…

Soplos

Si evoco mi infancia, llueven soplos y vientos de olores siempre gratos. Como el aroma de las pastillas de mentol. La sopa de sémola. El humito del café con leche. El bizcochuelo recién horneado de mi abuela. Las tostadas con manteca y mermelada.

La leche tibia y espumosa del tambo. El perfume a fruta fresca de campo…

Sorpresa!!


Mi infancia, muchas veces se presenta como una visita sorpresiva en el recuerdo de lo que ya no está. De lo que ya no es. De lo que ya pasó. De lo perdido. De lo que nunca volverá. De lo llorado bajo el flequillo. De los porrazos. De la ida a misa los domingos. Del monaguillo que me guiñaba el ojo detrás  del cura. De los juegos a las escondidas con mis hermanos. 

De los besos fugaces y la vergüenza de la primera vez. De las serenatas de amor inocentes cuando asomaba la adolescencia…

Sentimientos

El pensar en mi infancia hoy…, cuando los años ya pesan, me reconcilia conmigo. Me reconforta si estoy triste. Me hace feliz porque me transporta, como en un sueño, a ésos días en que todo era posible. En mi mente y oídos, me repite una y otra vez que las realidades pueden cambiar con los años, pero ella no…La infancia es otra cosa. La infancia no cambia. Es perpetua. Es perenne. Es única. Es fiel. Es sincera. Permanece y aflora en cualquier momento. Se eterniza en el tiempo. Es compinche. Te acompaña como una mochila de viaje y no te deja. No padezco de orfandad porque mi infancia, jamás me abandonó. Y, aunque un día me fui de ella porque sentí que ya era grande, sé que puedo volver cuantas veces lo desee…

Sonidos

En los recuerdos que tengo de niña, mi infancia me trae ruidos varios. La escucho en el repiqueteo de las campanas de la Iglesia llamando a misa y en las campanillas del heladero anunciando su llegada con mil sabores guardados en cucuruchos crujientes. En el sonido del viento de la plaza y el oleaje del agua de la fuente del centro del parque. En el ruido del rastrillaje de las hojas en otoño. En la reprimenda del placero. En los disfraces de carnaval entre el bullicio de las máscaras del desfile. En el timbre anunciando el recreo en la escuela primaria. Un timbre que sonaba como una llamada del viejo tranvía. Ése, que solía tomar de niña de la mano de mi abuelo paterno.

Amigos

Si busco mi infancia, la encuentro en la melodía del «be happy». Esa que sonaba siempre en los cumpleaños con los amigos de antaño. 

En las zambullidas y juegos en la piscina de nuestra casa. En las travesuras infantiles. En los juegos de hermanos junto al río.

En las miradas cómplices. En el secreto compartido. En la amistad sincera. En la ternura de mi maestra de 1er grado explicando una tarea.

Y en las risas alegres de los niños que fuimos.

Caja Musical 

El pensar en mi infancia me lleva a ver mi cama de muñecas bellas
y en sueños de inocencia plena
descender en busca de ellas.

A las nostalgia de los patios floridos
donde mi abuelo plantó un naranjo
bajo el cual en la siesta cantaba
sonares salidos de su contrabajo.

A la niña de aquellos días
Moviendo sus trenzas al viento
A los susurros de la caja musical 
que lentos se perdieron en el tiempo.

A ese árbol junto a mis hermanos
A esa infancia con olor a jazmín
Al sonido de alondras cantando
A las jugarretas en nuestro jardín.

Al escuchar en la voz de mi infancia 
Los sueños que de chica viví
Se queda en su regazo dormida
La niña que aún habita en mi…

Epílogo

Los sonidos de mi infancia han quedado en mi memoria como una cinta grabada con mil historias que hacían brotar mis risas o mi llanto eternamente atrapados en lo profundo de mis oídos.

Lo onírico de mi infancia, lo guardo en las dulces melodías de los cuentos vividos y contados por las sabias voces de mis padres y abuelos…

En esas fotos resquebrajadas por el paso del tiempo. Fotos que contienen mil retazos con trocitos de vida que construyron lo que un día sería mi historia personal.

En ese cometa, que de chica izaba en las vías del tren que nunca más se levantó con la fuerza del viento pero que hoy lo vuelan los recuerdos de mi infancia.

 Abro mis ojos y vuelvo a la plaza. A la realidad de esos niños que ya no juegan como niños.

Otro abuelo se levanta del banco. Corre con el bastón su sombra y sale de ella. 

Lo imito. Llamamos a nuestros nietos. Vamos hacia las hamacas y todos juntos nos columpiamos.

Nuestras infancias ahora sonríen sin interferencias…

#bocadillo

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