La noche argentada, se movía en los cuerpos, la vía láctea lucia su laurel de flores de la primavera galáctica, atravesamos en vehículo las montañas de la Pampa, la nieve giraba en los lienzos de la melancolía, desde ahí las murallas de árboles, en los que nuestras miradas retomaban los cielos, sintieron como nos salieron alas en la espalda, la guitarra se asemejaba a tu cuerpo, la música sonaba en las zonas silvestres, los instrumentos diseñados por los artesanos del alma, tenían la huella de la esencia de la poesía hecha en el más absoluto silencio. El tango que bailábamos, se enfilaba en las diosas de plata, todo caminaba en nuestros ojos y en nuestros brazos, el acorde, se estiraba en las galaxias en espiral, nadie sabía que afuera pasaba la tercera guerra mundial. La ficción que sumaron para someter al mundo, fue de que detonarían bombas nucleares, pero solo era un amenaza nuclear de protestas violentas en las calles del tablero multipolar, el perfume del deseo, soñó en los cuerpos pasajeros, lo que modelaba en sus movimientos, en los que dominaba todas las estancias mágicas, quizás la música de este tango, siga sonando como un mantra en los labios de un poeta, sale como una voz que corre por los laberintos multiformes de las calles ciclópeas de Buenos Aires, este 13 de octubre del 2.031, lo que he escrito no es para los controladores cósmicos, sonrió por la vida que tenemos siendo hombres, el ultimo sitio del mundo, podría tener el símbolo de la salvación en las arenas del Mar del Plata y en la Pampa.
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