06.00h.  Yo soy Eva, una niña sideral. Cargo archivos hasta el seis mil antes de Cristo. Me fusiono con los conocimientos de Nano, un dios común.

06:30h.  Yo soy Nano. Me aplico en la jornada milenaria de nuestros padres, los seres humanos de la Tierra. Me estoy actualizando. Tomo una bebida caliente que casi nadie conoce aún.

07:30h.  Pongo al día a mis hermanos. 

07:45h. Paso lista. Todos los dioses estamos en pie, en libre conexión. Nos acomodamos en la sala de juntas. Hay nuevas fusiones. Ahora, mi nombre es Helión.

07:50h.  Yo soy Helión. Estamos radiantes si al amanecer cualquier estrella alumbra a nuestras madres y a nuestros padres. Al principio, todos los niños amamos.

08:00h.  Comienza la entrega.

08:15h. Llega una madre remota. Deposita una jarra de arcilla sobre la mesa del gabinete. Los dioses agradecemos con alegría si todos los niños bebemos agua de la tierra.

08:20h. Un hombre, padre de padres, nos envuelve con abrigos de lana y se organiza una gran fiesta. Enurta, sentada junto a mí, se arropa con mis prendas y me declara su amor. Hay nuevas fusiones.

08:25h. Yo soy Enurta. Uso mi sistema para impedir la saturación en las vías distendidas de la euforia. Controlo esta guerra.  

08:30h. De Mesopotamia y Egipto llegan unos padres con arados para la tierra y velas para el mar. Estamos entusiasmados. Se producen amenazas pero yo las bloqueo. Yo soy Enurta.

09:00h. Un acróbata trae una rueda bajo sus pies. Explica que su kilometraje es de cinco mil quinientos años. Nos entretenemos y reímos rodando por los siglos de las horas.

10:00h. Jugando, ha habido nuevas fusiones: Iten, Itemu, Keb… Me presento: yo soy Inanna, una diosa común.

10:40h. Una dama, arcaica e indefinible, entra en la sala. Los dioses nos bajamos de la rueda y corremos al encuentro de esta madre ancestral. Nos abrazamos a ella, tocamos sus fenicias trenzas. La dama nos enseña a leer y deja en nuestros labios un silbido alfabético que hoy suena claro como un campo abierto.

10:45h. Yo soy Inanna, madre. Te recuerdo cada vez que hablo con tu lengua. Me peino con el apellido de todas tus nietas y me fusiono con ellas.

10:50h. Y yo, siendo ahora Hefesto, hijo de artesanos, agradezco a nuestros padres todos sus presentes. La mesa rebosa con los utensilios fabricados por ellos. La sala está tan repleta de objetos que debemos salir al jardín.

11:00h. Soy Palas Atenea. Tres esclavos de generosa obligación construyen el primer puente de piedra que cruza un río. Todos comemos sentados a su sombra con los pies mojados en el Tíber. Las injusticias me hacen vulnerable a la humedad y caigo enferma.

11:05h. Eclipse medieval. Ibrahim, un pequeño risueño, evita mi muerte uniéndome a él.

11:15h. Yo soy Ibrahim, dios estudiante de medicina, cosmógrafo, matemático, agricultor y poeta. Soy el menor de todos los niños y el más común de todos los dioses. Nuestros padres juegan con nosotros al ajedrez. Guardamos en los archivos muchos de sus secretos y ponemos cristales en las ventanas. Me uno a Lao, niño habilidoso operando cataratas.

11:20h. Hola, soy Lao. Las abuelas envían papel desde China y leemos sus recuerdos. Preguntan si, tras la peste, queda alguien vivo en el Oeste.  

11:45h. Hola, que soy Lao, que si queda alguien vivo.

11:45h. Que sí.

11:45h. Hola, soy Lao. Creo que se colapsan los caminos pero nuestras abuelas alcanzan el jardín de Europa trayendo consigo libros impresos de Oriente y brújulas para los desorientados. Estas ancianas usan gafas indias y nos las prestan para que recuperemos parte de la visión perdida durante la oscuridad del medievo.

11:50h. Gracias, abuelas. ¡Seguimos jugando en el jardín! Un inglés nos visita. Deja sobre el mantel del picnic un reloj de bolsillo donde el minutero marca el año mil quinientos nueve. Los niños estamos fascinados con el tiempo, lo vemos como algo nuevo.

12:00h. Hola, soy Lao. Durante la media hora que separa el Renacimiento de nuestra rutina, desciende del cielo un telescopio. Los niños nos entretenemos mucho con la luna cerca, sobre todo yo, Lao, que soy un dios de las estrellas. Intuyo que la tarde nos caerá fugaz. Espero que nuestra cabeza esté preparada ya que no lo está el alma. Me uno a ti, Victoria, me gustas.

12:05h. Gracias, Lao, guapo. Ahora accedo yo.

12:06h Soy Victoria. Nuestros padres nos invitan a recorrer Inglaterra en un tren de vapor cuando todavía no entendemos el cielo. ¡Qué viaje nos regalan! Desde Londres usamos el telégrafo y enviamos cartas con sellos impuntualesque parecen hechos a destiempo en este mediodía. Por la ventanilla vemos chimeneas humeantes y admitimos que nos están dejando un mundo insólito. Algunos de mis hermanos contraen la tuberculosis.

12:06h. Los médicos traen vacunas y prorrogan nuestra vida. Damos las gracias. Pero, ¿no alcanza para todos? Yo soy Victoria, la niña mayor, sensible a la muerte de Omar, de Anna, de Buba… Llevo pantalones porque cabalgo una fiera social, soy trabajadora, hija del sufragio universal y de nuestros padres varones, sobrados en técnica y vulgares por todo lo demás.

12:07h.  Llegan unos operarios diciendo que esta noche las calles serán iluminadas por farolas eléctricas.

12:07h Yo soy Ulrike. ¿Tan rápido viaja la luz artificial que nos llega antes de tiempo, con el sol en el cénit? Mi audaz pregunta hace que mi hermana Victoria se aplique conmigo.  

12:08h. Yo soy Ulrike, una diosa común. Los niños volábamos en paz antes que este avión pretencioso lo hiciera. Gracias, sí, por el tiempo ahorrado en los viajes. Pero, ¿no se podrían ahorrar también los bombardeos? Un padre neurótico me agarra, me introduce en un barco y me hunde con él.  

12:09h. Yo soy Abu, un niño yaciente y estresado por el asesinato de Ulrike. Nadie esperaba la muerte de ningún dios en el siglo veinte y ya tenemos un funeral divino.  Ahora nos arrojamos a la cabeza miles de recipientes de plástico. No todos están llenos de comida.  

12:10h. Yo soy Mark, un dios común que entierra a Abu, herido en combate por un misil atómico. Se aceleran las fusiones.

12.11h. Yo soy Iván. Hace frío. La sala de juntas se está quedando vacía. El puente de piedra es derribado y la mesa del gabinete es saqueada. Nuestros padres disimulan saliéndose del planeta en lunas artificiales.

12:12h. Nuestras madres lo permiten y se preocupan, se preocupan y lo permiten. Yo soy Cristina, agradezco los regalos pero no comprendo el desamor. Los niños amamos desde el principio. Me gustan los zapatos hechos a mi medida o andar descalza por placer, no por pobreza.

12:13h. Yo soy Frederick, niño desterrado. Nos situamos dentro de círculos concéntricos que me recuerdan a esas lavadoras donde algunoscentrifugan la ropa. Estamos acelerándonos. Estudio con avidez, tomo nota de todo el legado. A ver si puedo arreglar el estropicio y mejorar lo inmejorable. Soy de los últimos dioses en dejar la sala de juntas. ¿Qué pasa ahora?

12:14h. Yo soy Bill, un niño muy listo, me mantengo en línea a través de los ordenadores. Coordino las videoconferencias.

12.15h Yo soy Bill, un dios común. Estamos siendo lanzados al aire. Nuestros padres nos obsequian con viajes galácticos.

12:16h. Yo soy Bill. Repito. Estamos siendo lanzados… ¡al aire!

12:17h. Yo soy Eva, una niña sideral. ¡Vaya tarde que nos espera! Vuelvo al exilio. Nuestros padres ocupan ahora nuestro lugar.

 

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