Conectando mangos y naranjas

Conectando mangos y naranjas

Era un señor de tonos oscuros, de un gris casi negro, y con pelo ralo y aires de siglo pasado. Tenía pasta envenenada pero mucha pasta, fruto de una decisión difícil, o la materia en forma de billetes grandes o el afecto de sus hermanos y de su red más inmediata, titubeó una décima de segundo y heredó toda la fortuna de un padre terrateniente y abusador de personas gastadas del esfuerzo al sol.

Solo y abandonado en su pepino de móvil los únicos mensajes que llegaban eran de banqueros y especuladores, dulces voces que recubrían el amargor puntiagudo de la codicia.

La lejanía de las cosas importantes como la caricia, el susurro, la entrega, la confianza en la palabra dicha, fue creando en él la necesidad de acercarse a cosas que atraen al dinero. Contrató un coaching con el propósito de multiplicar su fortuna por infinito. A su vez este coaching, que era un tipo manchego de discurso circular y acento francés, le puso en conexión con un couselling de redes sociales. Este era otro tipo interesante, sudaba colonia y gasolina a partes iguales cuando mentía canallescamente, como un pinocho por vías olfativas.

Su cabeza estaba más distraida por esta extraña pareja que lo inundaba de ideas relacionadas con el bienestar de las personas en sus relaciones con sus móviles, de las aplicaciones y de los chats. Insistían que ahí estaba su dicha, sonora y metálica por el desembarco de su dinero en ciberinversiones.

Efectivamente, nublado por el impulso de sentir una vida con alguna dirección se introdujo en el mundo de las redes sociales, sin conocer previamente lo que es un tuit o un whatsapp. Ahí va, cogido de una mano por el couselling y de la otra por el coaching, montados en un ferrari por las autopistas de la información, haciendo parada en programas de cómo conseguir pareja.  No podía dejar de pensar en que él lideraría a toda una masa de solitarios que hartos de gritar no eran escuchados por la otra masa, la de los felices que intercambian poemas en palabras, caricias, flujos.

El 26 de mayo de 2014 fue la inauguración de la red de contactos por Internet más cara a nivel nacional, los lumbreras decidieron ponerla de nombre Conectando mangos y naranjas, siendo trending topic por la sorna del nombre. Esta red tuvo la mejor tecnología del momento, con rastreo de personas, con un orden en google destacadísimo, con publicidad.

Aunque varios genios en generaciones posteriores nacieron tras el establecimiento de parejas por esta red, nada ni nadie parecía evitar su caída y posterior ruina de la empresa. Empezaron a aparecer otras aplicaciones más agresivas, ingeniosas y novedosas en el viejo arte del amor y la conquista.

Sin embargo fue un error informático lo que revolucionó el mundo de las relaciones, el programa funcionó de forma heurística y no algorítmica, como si del pensar humano se tratara. Entonces hubo un usuario que buscando pareja el programa rebasó todas las posibilidades y le puso sorpresivamente en contacto consigo mismo, sin saber este usuario que la identidad de su contacto era él. Sin ser consciente, el usuario le otorgaba al otro un nombre de hombre o de mujer, y unos atributos que nacían de lo más recóndito de su alma.

Este hecho jamás fue percibido por los técnicos que no pudieron explicar el giro que dio su empresa, multiplicándose por mil el número de consumidores de este producto.

El error se repetía y los usuarios se enamoraban de su propio reflejo como en el mito de Narciso.

Ahora, en el año 12 de la Nueva Era Tecnológica las personas no salen de casa buscando otras personas, solamente se quedan en su pequeño habitáculo viendo puestas de sol online más vívidas que las reales y hablando con sus parejas imaginarias que no son más que ellos mismos, sin así discutir, con idénticos gustos, las mismas manías. Además, ya no existe el aliciente de salir para buscar una pareja sexual, la tecnología ha conseguido que una relación cibersexual sea más placentera, y así las personas creen amar pasionalmente a su pareja cuando solo realizan un acto onanista delante del espejo.

El número de partos ha descendido bruscamente, la esperanza del futuro de la vida recae ahora en los programas informáticos, que vuelvan a equivocarse y funcionen tan erráticamente como sus compañeros los humanos.

 

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus