“Pablo,
el tecno salao”
por, Ileana González Monserrat
Mira que Pablo trata y trata…el pobre, quiere solamente dos cosas ser francés y tecno sabio. Y ni lo uno ni lo otro. Aunque es cierto que va entrando en edad, pero no menos cierto que es todo un tecno bruto. Aunque hoy por fin se dispone a imitar la generación androide e ir caminando en plena calle leyendo de manera móvil-virtual en su teléfono. Tal vez,-pienso, es una forma de atrapar la juventud que se le va… y no importa cómo, quiere leer un texto hoy así como lo hacemos todos. Gesticula-ja ja,- imitándonos,-y piensa que lo hace bien, se cree eso, trata- mientras el cielo se nubla, y el calor aprieta, y no resiste la humedad y quiere huir, y marcharse, y largarse, y sobre todo, regresar… ya nada le sale bien, y las cosas se le enredan y complican por la tecnología, hasta me dijo en secreto, que reconoce ser todo un tecnófobo.
Y así va por la calle taciturno con la idea de leer de la mano, añorando mejor un periódico ‘normal’ o una simple carta, ‘normal’. Siente nostalgia. Que mierda es la vida. Todo va tan de prisa, y si fuera francés diría, ‘merde’, pero ni eso. Al menos ha recibido un mensaje, y va decidido a abrirlo ya, y levanta lentamente un pie, y luego el otro y todo en cámara lenta, eso, despacio. Y Pablo, temeroso, continúa en su misión de rejuvenecimiento… y eleva un pie…testarudo que es, persiste en leer, que ya es hora. Y de reojo mira hacia abajo, ahí la acera, guardando su equilibrio. Un pie, el otro, y con mucho cuidado, aún no se atreve bien. Poco a poco y si él no fuera tan tecnosalao… pero hay que tener paciencia con el momento y respetar su vocación de ser poca cosa. Y así, con móvil en mano, se llena de valor, y respira profundo, y a la altura de sus ojos en un acto de acrobacia abre el mensaje:
‘Hola comprendo tu deseo por irte, pero… ’
“Ehhh… mira por donde caminas idiota” Pablo tropieza con algo, es algo que habla. Y es una mujer. Y Lo sabe por las tetas. Y ella lo empuja bruscamente. Y Pablo siente el golpe en el pecho. Una sorpresa. Se asusta. Y abre bien los ojos.
“Imbécil, mira por dónde vas…”
Y Pablo se detiene tratando de decirle algo a mujer hostilidad, y se disculpa y sin querer, ay la toca otra vez. “pero bueno…” Ya el día se puso malo… Y nota que tiene encima a una joven una mulata. Pablo se disculpa diciendo algo, apenas perceptible.
La chica lo observa en un reto mortal, y se quita de las orejas sus cables. Pablo ni se mueve, ni respira.
“Que la calle no es la biblioteca” Pero eso le hubiesen dicho en el siglo pasado, al menos todavía quedan bibliotecas.
“Oh, perdona” Y, rápidamente guarda el celular en el bolsillo, y piensa si es esquizofrénica, y hasta terrorista. Y así, ambos se miran bien, un segundo, dos segundos y los cuerpos están ahí pegados. Pablo siente la respiración de ella en su cara, y el tibio contacto con sus senos. Por tanto reacciona y trata de despegarse. Pero el sudor los une más, y ella lo atrapa con una brazo fuertemente, él trata de zafarse, pero ella en vez escribe en su móvil. Y mira que bien lo hace ella. No, no puede creerlo. Que descarada. Y tecnosalao mira para ambos lados. Nadie los ve. Piensa si esto ocurre, o se lo imagina él. – Y por primera vez, extraña a google y la tecno lógica: ‘quitar mulata de encima’. Pero el celular anda en su bolsillo,entonces se rinde y la observa estoicamente, y ella sigue ahí. Todo es inverosímil, y alucinante y encima ella si maneja lo moderno. Clic, le llega a la chica un texto… ella lee y sonríe. Y vaya día. Y el calor. Y la tecno maniática. Pablo respira profundo, y sigue pasando el tiempo. Y mira a su alrededor y ni se mueve un milímetro y ella lo sigue abrazando, hasta lo aprieta mas, y la gente transita leyendo como zombis, algunos los mas humanos, comentan de la lluvia por venir, y Francia ni se entera.
De súbito reacciona. Despierta. Se recobra. Basta. Y se mueve hacia un lado, pero no le sirve para huir, y ella escribe, será escritora. Pablo mira hacia ambos lados, -y ella sonríe, y sigue leyendo, y escribiendo, le contestan clic ella responde, clic vaya locura, clic, clic,… – qué le habrán dicho, burlaran, y la gente sigue su camino. Increíble, en pleno mediodía ocurren estas cosas. El quiere calcular la hora. Mira como si nada hacia arriba. El sol sigue escondido, y la mulata incrustada. Y miren el enredo en que se ha metido. Está sudando más. Debe ser la tensión. La tensión del susto, de no saber qué hacer, y la tensión sexual. Vuelve rápidamente a mirar a los lados-vaya, y inconcebible que nadie le rescate.
Pensar que es la hora que va almorzar, pero todo se ha va en su contra. Pero ya, ya, por fin yaaaaaaa. Pablo se cansa, y la empuja. La toma de los hombros y la tira hacia atrás. Ella pierde el equilibrio. “Me caigooo”. Pero así y todo – ¡bravo! Ella mira la pantalla de su móvil. Y con cierta su admiración hasta devoción, y sentido de culpa Pablo la sostiene. La chica finge desmayarse y cierra los ojos. Y en ese segundo Pablo la observa bien. Es muy joven. Es solamente una adolescente. Dios santo y ya, ya es una cualquiera, una tecno descarada. Pero ELLA, no pierde tiempo en divagaciones. Y al irse hacia atrás le toca con su pierna el sexo y desfachatadamente se ríe, ahora a carcajadas. Se burla bien. No hay duda, se divierte se divierte a costa suya clic, clic, clic. – “ J ” ay como juega la niña…entonces ante la burla, Pablo se llena de coraje y rojo de ira, se se lleva a la chica contra su pecho, y le muerde el cuello. Ni él mismo se lo cree. Encima ahora la sacude por los brazos. Mira que atreverse a tanto, a morderla y a sacudirla. Y es el momento propicio para escapar. Entonces fuerte y sin importarle ya si se cae…se suelta, se libera, -oh la la, se hace totalmente libre. Ya está feliz, tranquilo, vengado, sobre todo suelto. Por tanto prosigue. Saca el móvil ya del bolsillo, mojado, bien mojado de sudor y a leer sin trastornos, por fin su texto. Y… un pie, y el otro, y disminuye el paso, y ya sin mucha cautela, con prisa, asi como los verdaderos androides, lee:
“ lo siento Pablo, no puedo ayudarte a irte de ahí «
Le falta el aire, no lo cree de su mejor amigo, tiene palpitaciones. Y tira el teléfono y lo pisotea, puf, puf «tenóforo imbécil ”“androestúpido»,… Y puf… y lo deja también en la acera. Ya nada le importa un bledo, que mañana será otro día. Y con paso firme camina como antes, marcha como antes, un, dos, tres…Y… sin saber por qué se vuelve, Pablo se… se vuelve y busca a la tecno puta ¿será posible que la busque…? Y mira en dirección donde la dejó, en la distancia, en la acera. Y no ve nada. Nadie. No puede ser, no puede ser, y sigue caminando, y camina triste, vencido, descorazonado, apático. Que cosa tan increíble es ser salao… y no poder con lo moderno. Pero de momento, ella, oh no, es ella, viene cantando de frente, canta la conocida ‘happy song’ en su you-tube del móvil y se acerca con otras dos, o sea vienen por triplicadas. Son tres jóvenes de la nueva generación actual embistiendo cual huracán tropical. Ahí llegan ocupando toda la acera y se van multiplicando, y esta historia se acabó. Y Pablo se pregunta si realmente todo esto es verdad porque en el día de hoy, ni está seguro si sabrá enviar éste relato por la vía virtual y mucho menos si habrá lluvia.
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