-¡El ángel rojo, el ángel rojo! – Exclamó MarOsc75 al despertar, de nuevo esa borrosa imagen le sacaba del sueño.

Pero esta vez, sintió una sensación no reconocible, y aunque al principio se asustó, esta sensación no se parecía a un problema, o a algo dañino, por un momento le pareció que su visión fallaba, no supo reconocer lo que vio cuando la IA de su casa abrió la ventana y entró la luz. Se sintió, extraño como si todo fuese demasiado grande, y la saturación de colores era sobrecogedora. Su IA, activó la aplicación médica que le hizo un diagnóstico y una actualización general, sólo encontrando anomalías químicas que se enviaron a CUMBRE, ya que no disponía de nivel de diagnóstico necesario.

CUMBRE, era su  empresa-servidor, ahí se evaluaban y trataban incidencias anómalas, y se hacían las actualizaciones para evitarlas. CUMBRE te ayuda a superar los problemas que existían en el pasado, cuando los nano-implantes no existían.

El protocolo habitual es la renovación, por lo que la IA le recomendó que fuese a uno de los centros para efectuar el tratamiento, pero MarOsc75 había perdido mucho tiempo con estos problemas y no quería llegar tarde otra vez al trabajo, por lo que decidió ir después. Había acumulado varios minutos de retraso, que le sustraerán de sus horas de vacaciones. Se había propuesto viajar al museo para ver lo antiguo, y necesitaba cuatro horas de vacaciones, ese retraso le podría impedir otra vez este semestre el ansiado viaje. Aunque a veces el sentía como si llevara una especie de pesados grilletes, que le cansaban, era difícil de cargarlos, pero necesitaba las horas de  vacaciones.

Mientras se dirigía al metro para ir al trabajo, creyó perder el equilibrio unos segundos, pero continuó diligentemente pues no quería perder el próximo metro y la aplicación metro-monitor le estaba apremiando.

Durante un instante sintió que alguien le observaba, como su hubiera alguien cerca, incluso notó un olor y un sonido que no tenía registrado, por lo que le resultaba extraña, nueva, pero a la vez familiar, incluso se permitió inspirar suavemente, para poder percibir ese aroma a la vez que escuchaba el sonido desconocido con más intensidad. Creía haber olido antes ese aroma.

-Jazmín es lo que hueles. –Dijo una voz en un tímido susurro.

Él miró a su alrededor y trató de averiguar quién dijo esa palabra. Era según la base de conocimiento de su IA el nombre de una calle. Pero no sabía quién lo había dicho, por la voz pensó que debió de ser una mujer joven, pero la gente cercana no parecía haber sido. Se empezó a sentir confundido mirando alrededor pensando que estaba teniendo problemas con sus nano-sensores.

-Deberías abrir los ojos alguna vez. -Susurró de nuevo esa voz.

El trató de mantener la compostura cuando del grupo de gente que esperaba el metro, uno de ellos, un hombre le miró como examinándole extrañado durante unos breves segundos, pero volvió de nuevo la mirada esperando al metro.

-¿Hay alguien? -Dijo él.

-Hay muchos. -Replicó la voz.

-¿Estás en conexión virtual, eres un hacker? -Dijo él.

-Estoy aquí junto a ti. -Dijo ella sonriendo.

-No. Respondió con una sonrisa de incomprensión. A mi alrededor veo la gente de siempre.

-¿Te conoceré de algo?, aunque vosotros los closedeyes parecéis tan…homogéneos. Dijo ella con enorme tristeza, como sacada a arañazos de su alma.

-¿Closedeyes? ¿Qué es eso? –Respondió el muy intrigado.

-¿Y si te dijera que no ves lo que crees ver? ¿Y si tu mundo está supervisado para que sea, como decirlo, “más conveniente”? –Le dijo ella como si supiera algo más que él.

-Bueno, llevo la última actualización de realidad aumentada, veo perfectamente. –Replicó muy convencido.

-¿Y no me Ves? -Dijo ella susurrando tan bajito que el apenas pudo oírla.

Pero el la oyó, de hecho le pareció haber oído antes esas palabras. Por un momento tuvo la certeza de que no era la primera vez que oía esa voz.

-Me gustaría verte. -Dijo el, pero casi fue inaudible cuando empezó a rugir el metal del magnet-rail por el calentamiento producido cuando se activan antes de la llegada del metro, el cual después, es completamente silencioso.

Al llegar el metro, él subió, y no sabía si la chica de la voz también lo haría, si ella le había oído. Con un estado de incomprensión se situó en su ubicación para ir al trabajo.

Nuevamente, como cada día, el metro estaba llegando a esa estación en la que nadie bajaba nunca, parecía un lugar muerto.

-Si realmente quieres verme, bájate conmigo en esta estación. -Apremió ella, pues solo sería unos segundos. Y le dio un beso en la mejilla ligeramente húmedo e infinitamente suave.

Aquella sensación fue lo más intenso  que jamás pudo sentir una criatura, no entendía tal sensación que saturaba su mente y hacía temblar sus manos, y le estremecía por dentro, esa sensación no le parecía totalmente desconocida. En parte quería salir, pero si se bajaba llegaría tarde al trabajo y no se lo quería permitir.

El metro llegó a su parada y las puertas se abrieron; nadie pareció salir.

-Rompe tus grilletes – Le dijo ella al oído rozándole ligeramente con los labios.

Ella caminó fuera del metro, se paró a poca distancia tras las puertas, dando la espalda al metro como esperándole de nuevo, como si lo hubiera hecho cientos de veces, y aun así manteniendo la esperanza de que el la seguirá esta vez.

Ella iba vestida de rojo, como el día en que el la besó por primera vez mientras escuchaban a los Eagles, usó ese perfume que a él tanto le gustaba, con uno de los auriculares puesto y otro suelto para que lo pudiera escuchar alguien que esté cerca. Escuchando aquella música de tiempos antiguos sobre un hotel en California que les unió. Sentía nostalgia de los días de  pasión. Añoraba al hombre que tanto la quiso una vez, antes del vacío, antes del dominio… antes de CUMBRE.

Hace años, él se incorporó en una empresa de nano tecnología en la que se requería clase B para protección de confidencialidad. CUMBRE poseía el contrato del recurso Nero, de ojos marrones, pelo oscuro, 75 kg.

Tras dos años ella no se resignaba, ella no quería que aquel al que tanto quería sacrificara su humanidad, sus sueños, sus verdaderas ilusiones por una corporación que solo entregaba a cambio esclavitud.

La necesidad les ataba tanto a la tecnología que no eran dueños de sus sentidos, sus ojos siempre cerrados tenían nano-inductores en el nervio óptico que proporcionaban las imágenes que la corporación quería mostrar, cuando por error abrían los ojos podían percibir una doble imagen que era perjudicial para el rendimiento del recurso. No se debía permitir. Y su memoria con nano-filtros neuronales para tener memoria selectiva real monitorizada.

Ella no miró atrás cuando el metro cerró las puertas tras de ella y empezó a rugir de nuevo el metal de los raíles. Lo intentará otra vez el viernes, el día favorito en que tantas veces fueron a pasear, o a escaparse a algún rincón secreto, le echaba tanto de menos, le dolía tanto su ausencia…

Ella se puso a caminar cual sombra sin cuerpo,  eran incontables las veces que intentó hacerle recordar sin conseguirlo.

-Yo he escuchado antes eso, ¿es música?  -Dijo el mientras el metro se alejaba sin él con fría rabia egoísta.

Ella se giró y le vio allí, saliendo aquellas gotas que esperaron años para humedecer sus ojos por alegría. Lentamente se acercó a él y puso un auricular en su oído donde se escuchaba aquella canción antigua sobre un hotel en california.

Los nano-filtros no pudieron contener la avalancha de recuerdos reprimidos por la codicia de ese fantasma sombrío cuya mano cubría todo. Para la corporación solo fue uno de tantos, él fue declarado Inestable, y los nano-filtros aplicaron el proceso de sanción cero.

El proceso fue breve, y todos los nano implantes consumían su energía en una alteración neuronal que desfiguraba la memoria del recurso, se consideraba legal destruir dicha información.

Ella le cogió en brazos asustada cuando cayó al suelo, con los ojos vacíos, pero él la miró y le dijo:

-¡El ángel rojo, el ángel rojo!

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