Año 2005.

Como cada noche, Ainhoa después de cenar se encierra en su habitación y enciende ansiosa su portátil.

Ainhoa dice: hola, ¿qué tal? Anoche soñé que nos encontrábamos por fin

Álex dice: ¿ah sí?

Ainhoa dice: sí, y que nos besábamos nada más vernos y nos gustábamos mucho. 

Álex dice: ¡oh qué bien! dentro de poco nos veremos por fin y estaremos juntos

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Jueves 3 de julio de 2014

Diez días para la boda. Mi padre nos ha invitado a comer a Edgar y a mí en su restaurante. Ha traído a la persona que se encargará de grabar la ceremonia y el banquete, es Álex! Todavía ahora, varias horas después, no estoy segura de si era real o producto de una sueño. Cuando me lo presentó mi padre me quedé sin habla, impactada. ¿Álex? No me lo podía creer, después de tanto tiempo. Disimulé lo mejor que pude pero creo que Edgar se ha quedado extrañado. Una vez le conté la relación que mantuve por chat con Álex cuando tenía diecinueve años. Las horas que pasábamos hablando de cualquier cosa, contándonos nuestro día a día por webcam y, sobretodo, planeando nuestro primer encuentro, cuando él viniese a Barcelona en verano. A pesar que no nos habíamos visto, yo sentía que le conocía de toda la vida, era como si lleváramos juntos mucho tiempo. Es posible que Edgar haya descubierto que el chico que ha contratado mi padre fue el gran amor de mi vida.

Domingo 6 de julio

Siete días para la boda. Ayer hice mi despedida de soltera. En la discoteca me reencontré con Álex y me invitó una copa. Estuvimos hablando durante horas, como si el tiempo no hubiera pasado para nosotros. Me explicó por qué no fue a nuestro encuentro, por qué no volví a verle conectado ni a saber nada de él: Álex era hacker, especialista en vulnerar la seguridad de las webs más importantes del gobierno. Le detuvieron en el aeropuerto y estuvo cinco años en la cárcel. Mi reacción inicial, no podía ser de otra manera, fue de total incredulidad. Es una historia demasiado increíble, mucho más difícil de creer que lo que yo he creído todo este tiempo, que encontró a otra en Madrid y se olvidó de mí.

Miércoles 9 de julio

Cuatro días. Seguimos con los preparativos de la boda. Estoy harta, deseando que todo esto se acabe de una vez. Hoy fuimos a la iglesia y ensayamos la ceremonia. Estaba Álex y nos tomó algunas fotos informales. ¡Me ha costado tanto! En un momento, él me ha cogido de la mano y he sentido como ardían mis mejillas, ¡es tan guapo! Es tal y como lo recordaba por el chat. No sé qué hacer, me siento perdida. Me ha dicho que quiere recuperarme, que escapemos juntos. Quizás sea verdad lo que me ha contado, ¿por qué iba a engañarme después de tantos años?

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El día, premonitoriamente, amaneció gris y lluvioso. Su casa se llenó de gente, algunos amigos y muchos conocidos, con sus mejores galas, riendo y haciéndose fotos. Ainhoa, ajena a su entorno, se sometió estoicamente a la sesión de peluquería y maquillaje. Una hora de trayecto puede dar para mucho y ella empezó a darle vueltas a todo. Tras irse a vivir juntos, surgió la idea. Al principio iba a ser un simple trámite en el ayuntamiento, eso es lo que le dijo Edgar, pero sin saber muy bien cómo, poco a poco la idea fue creciendo y creciendo y sin darse cuenta se encontró mirando vestidos y zapatos para ese día.

Llegó a la iglesia de la playa donde todos los invitados estaban ya preparados. Sus latidos aumentaron y un nudo en la garganta le tomó la poca voz que llevaba encima. Su padre le esperaba en la escalinata pero ella empezó a caminar en sentido contrario. Su mente comenzó a trabajar y sus pies a trotar. Sus lágrimas caían de sus ojos como manantiales sin rumbo. Sabía que sólo ella tenía el poder de detenerse y frenar todo… pero no quería. Huía de un destino que no le correspondía y del cual, pensaba, todavía tenía la posibilidad de evitar. Se deshizo de sus zapatos y siguió corriendo.

Una sonrisa brotó en su cara después de mucho tiempo. El aire de mar llenaba sus pulmones y sus ojos celestes llenos de lágrimas iluminaban su camino. Mientras sus pies se hundían en las blancas arenas de un horizonte incierto, su mente no dejó de pensar en Álex. Se quitó el velo que arrastraba y siguió corriendo hasta su casa, ahora vacía. Nada más entrar, encendió su portátil y entró en el chat. Álex aparecía como desconectado, sin embargo Ainhoa escribió:

Ainhoa dice: ¿estás?

Siguió esperando durante un rato, sin quitarse su vestido nupcial, con la mirada pegada a la pequeña pantalla. Pasó casi una hora hasta que reparara que en su buzón de entrada tenía un mail de Alex del día anterior. Tras leerlo, lloró desconsoladamente. En aquel momento su móvil sonó, era la llamada de un novio plantado en el altar. Ainhoa lo miró y acto seguido tiró el móvil por la ventana.

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Hola,

Tienes razón, es una locura estar juntos. Tú ya tienes tu vida, te vas a casar con alguien que te quiere mucho. Ojalá yo estuviera en su lugar pero no se puede volver atrás. La vida es lo que pasa mientras hacemos planes y los nuestros no salieron como deseábamos.

Me alegro mucho de haber compartido un trocito de mi vida contigo, aunque fuera a distancia. Te deseo lo mejor. Nos vemos en la iglesia, seguro que estarás preciosa,

1 beso,

Álex

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