Los zombis de la realidad virtual fueron a parar a la única tableta que quedaba funcionando; sin hogar, buscando a sus dueños.
Solo habían pasado unas horas desde que Phil Pates voló los aparatos desde aquel móvil. Ese Phil era de cuidado; tenía más dinero que nadie… y poder…y se le fue la pinza.
Deseó un humano hiperconectado, demandando más y más aparatos, deseó crear el hombre tecnológico primero para desembocar en el tecnohumano tecnológico, dependiente de él, un Dios Tecnología déspota, dictador, cada vez más omnipotente y omnipresente.
Pero falló, y cuando apretó el botón que le llevaría a hacer su sueño realidad en forma de app alienante disfrazada de app de diversión sin límites, destruyó los aparatos de una vez y para siempre. Pedazos de material aún flotaban en el aire y tan solo una tableta guardada en una caja fuerte se salvó,habiéndose convertido ésta en una suerte de refugio antinuclear para avatares.
Mientras, los humanos humanos caminaban por las calles accionando el aire con sus dedos gordos, con la mirada perdida en el infinito recorriéndolo todo en busca de una pantalla reconfortante en la que posarla, perdidos, solos…
Aún no sabían que sus avatares les esperaban; aún era pronto para casi todo.
Empezaba una nueva era de desconexión o de reencuentro y reconexión.
En ese momento solo estaban buscándose ¿se encontrarían?
Tenían las horas contadas porque, en ese mundo supertecnologizado, en ese mundo de comprar-tirar-comprar, no se había inventado la batería autorrecargable…
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