Querida Marta,
No tengo más remedio que escribirte: hemos perdido el futuro. Petra se puso a jugar con las piezas del ajedrez. ¿Recuerdas? Dijiste aquello de «moveré el caballo cuando llegue el verano», pero la dichosa gata acabó la partida antes de tiempo. Como no había plan B, tuve que recurrir a las normas que escribiste antes de irte. La cuarta dice: «en caso de perder el futuro en algún momento, retrasar todos los relojes de la casa doce horas y escuchar ‘La Cumparsita’ de Gardel al atardecer, sea la hora que sea; fijarse en la forma que dice ‘volviendo a tu pasado, te acordarás de mí’ y repetirlo delante de un espejo durante un minuto.»
Así lo hice; mientras decía las palabras me preguntaba cómo te acordarás de mí si ya no había futuro, hasta que comprendí que no te hablaba a ti sino a mí mismo. Al mirar esta foto lo recordé con claridad, dijiste: «después nos reiremos». Así empezó, sabiendo que todo iría bien aunque no caminásemos sobre el agua. Supongo que ahora tendrás dudas, pero si te escribo es para que sepas que no duele. Solo tendremos que acostumbrarnos a sobrevivir de los instantes.
Juan.
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