Mi querido amigo:
Debo pedirte perdón por haber dejado pasar tanto tiempo sin escribirte, tengo una muy buena excusa: cada vez que estoy por hacerlo siento que el corazón se me llena de melancolía. Es que, a pesar de los años, nunca pude olvidarte. El mundo entero fue un símbolo que te traía a mi memoria.
Tu risa de cascabeles explotaba en mis oídos siempre que las flores del campo se mecían con el viento. Tu mirada transparente y cristalina invadía mi alma cuando observaba las estrellas. El tibio amarillo del trigo me acercaba a tu suave cabellera. Cada vez que veía una rosa mis ojos se llenaban de lágrimas y mi corazón de amor. Tu presencia, invisible, se hacía esencial en mi vida.
Mi dulce niño ¡Han pasado tantos años! Estoy muy viejo y muy triste. Solo deseo que estas líneas lleguen a tus manos y puedas esperarme, donde sea que estés. Ansío volver a verte, conocer tu hogar, tu rosa y tus volcanes. ¿Podrás esperarme? ¿Veremos juntos el amanecer cientos de veces? ¿Arrancaremos los baobabs invasores? ¿Regaremos tu rosa? ¿Pasearemos por las estrellas?
Mi amado Principito, ya tengo preparado mi corazón para el encuentro, estoy muriendo.
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