Para Berta.
Perdóname.
Será duro para ti, pero es lo mejor. Lo sé.
Lo aprendí de los enfermos que pasaron por mi consulta durante años, siempre con algún familiar al que no reconocían. Aquellos cuidadores de surcos profundos bajo los ojos que arrastraban una carga sin esperanza.
No quiero que seas tú uno de ellos.
No quiero que lo sean nuestros hijos.
Tanto he luchado contra esta enfermedad que se ha vengado, mezquina, infectando mi cerebro. Sabiendo que no encontré la forma de vencerla.
Prefiero morir ahora, con mis recuerdos intactos. Tengo los medios y sé usarlos sin sufrir.
Aquí acaba todo. Frías moléculas que vuelven al universo, igualando hombre e insecto…
Feliz por el fragmento de tiempo que se me permitió compartir contigo.
Pero si hay un Paraíso te esperaré en mis recuerdos. Regresaré a mi niñez y a nuestra historia. Al sol de esta playa donde jugaba el día que te conocí.
Seguro que no lo repetí bastante: Te quiero.
Gracias por lo mucho que me has querido.
Parecerá un infarto, no hacen falta más cartas. Sólo esta, con el horizonte que tantas veces hemos visto juntos. Cuando lo mires, estarás conmigo.
Yo estaré contigo, siempre.
Abel.
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