La gente camina, te escribo   tratando de olvidar el olor a garbanzos cocidos en el puesto de al lado. Observando los zapatos de la gente, su ir y venir, su subir y bajar, el caminar.
Viendo pasar botas viejas y cansadas, sin cordones, desatadas, probablemente como las vidas de sus esclavos. 
Trato de construir una vida con cada pisada,, pies que soportan dos o tres números de menos y otros  que soportan números de más, parece a veces complicado encontrar la horma del zapato,
Aparecen también zapatos lustrosos, que brillan a lo lejos, entre el polvo de la calle, mientras se aproximan  imagino la vida del dueño, quizá doctor, quizá presumido abogado o solo quizá un hombre ordenado, irá de boda o de viaje, caben todas las posibilidades,
Pies descalzos, despreocupados, me recuerdan las personas libres, que tienen la esencia de caminar levitando, sin necesidad de protegerse con ningún cuero, que caminan a centímetros del suelo y sin miedo. Sin escudos ni protecciones a las clavadas de espinas, a los cortes de cristales, prefiriendo los pies descalzos sin rozaduras de zapatos caros, 
pero la esencia del caminar es la misma, no depende del calzado, ES EL ALMA QUE CAMINA.

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