Hoy estás callado, como siempre. No creas que aún albergo la esperanza de que contestes mis lloriqueos de niño asustado, tan solo considero justo que, si tú me usas para satisfacer tus vanidosos deseos de observarte, yo puedo aprovechar tu indiferencia para ver mi reflejo, arreglar los imperfectos que encuentre en mi corazón, obligarme a mantener la mirada.

¿Recuerdas cuando nos conocimos? Viste que me tenías a tus pies, que no podía negarte cosa alguna, que no podía contradecirte. No lo sabes pero fuiste bueno, un párvulo tan frágil e inmaduro te aburrió muy pronto. Hiciste que te dejara. Te limitaste a obligarme a imaginarte antes de dormir, en una forma caricaturizada, casi inocua. Eso sí, no me dejaste hablarle de ti a mi madre, me dijiste que, si lo hacía, comenzarías a visitarla también a ella. Seguramente lo hiciste de todas maneras

No recuerdo en qué momento permitiste que desempolvara ese relámpago helado que es experimentarte, no sé si consideraste que ya estaba listo, no sé si buscas personas que puedan ser un reto para ti o si nos eliges porque somos los que nos deshacemos fácilmente. ¿Por qué te enlazas a otras personas? Pude haber sido el único guardián de tus horrores infundados. Soy chismoso pero no cruel, tus secretos jamás los hubiese revelado.

Cuando entendí que no estaba solo, traté de buscar refugio en las defensas de algún otro atacado. La mayoría cerraba los ojos y respiraba profundo hasta que te ibas. Descubrí hileras infinitas de personas dándote la espalda y me dije que yo no te trataría de esa manera, no porque no lo merecieras sino porque no quería abrir los ojos justo antes de perderme y descubrir que renuncié al único reto que valía la pena.

Fue entonces cuando descubrí tu relación con A. Te le presentaste con un nivel de violencia que yo casi no puedo imaginar, abusaste de él y, aprovechándote de su perspicacia, le perturbaste tanto la vida que casi termina volviéndose tú. Por suerte, A mantuvo las fronteras con las que había nacido, empero, se puso tus ojos y se hizo abanderado de una versión simbólica de ti, creada por aquellos griegos que también solías conflictuar. A tuvo el valor suficiente para reinventar al héroe, volviéndolo un loco que no huye de ti y que no te imita. Ahora veo que por eso decidiste desaparecer a A en ese momento, me queda de consuelo la certeza de que el final de su actuación fue una escena llena de estilo y algo de misterio.

Al vernos tú y yo, suelo concluir que todas las desapariciones que realizas dejan nada más que polvo en un suelo que se vuelve un poco más infértil con cada desvanecimiento. No obstante, cuando recuerdo el legado de A, dudo esa entropía. A me introdujo a una sociedad nada secreta (aunque sí completamente tergiversada), de personas que han descifrado maneras de derrotarte en algunas batallas, de aprovechar que la guerra la tienes ganada. Estos seres crean oposición en tu omnipotencia, levantan sus puños frente a tus ojos. A fue uno de sus miembros más sobresalientes y lo mejor es que, a diferencia de muchos de los grandes pilares de esa organización descoordinada, A nunca dejó que su rebeldía se quebrantara. Esa es la duda en forma de acción que me deja A. Sin embargo esto no es una competencia, ya todos son tú y ninguno es yo, son héroes absurdos inspiradores pero lejanos.

No importa, la guerrilla sigue aunque ahora sea de dos.

Recientemente me utilizas para verte en la forma de una preciosura cuyas manitas y rostro adorable a duras penas pueden contener toda la fortaleza que acumulan en su interior. A ella la golpeaste siendo tu opuesto, la mermaste en materia pero no en espíritu. Cuando la veo, me saluda como si tú fueras una amistad de toda la vida, una consolación más que una tortura. Se para frente a mí y con ojos huidizos me dice que no teme, le creo. Le creo porque cuando nos desataviamos, ella es esencia del no querer ser y yo del no dejar de serlo.

¿En qué clase de juego nos metiste? No te creo si dices que nos juntaste para armonizar el norte y el sur. No te atrevas a terminar esta fase con una risa que no está en lugar alguno. ¿Es porque me he rebelado? ¿Quieres mostrarme que el control siempre será tuyo?

Estoy harto de elucubrar en tu silencio, no hago más que llenarme la vida de “tal vez”, de historias que me cuento para llenar tu vacuidad. ¡Ni siquiera por ver cómo te prostituyen todos los días al empaquetarte en fórmulas aburridas y tremendamente consonantes con la sociedad de palitos que creaste, vas a hablar! Has abarcado tantas psiques que te has vuelto la figura del momento, de ser el tormento de unos pocos insalubres mentales pasaste a ser la puta de los filisteos. ¡Y aún así no dices palabra alguna!

Pues bien,hoy voy a fundir mi mano con la de la relampagueante felina que no puedes asustar y comenzaré a aburrirme de ti, me convenceré de que es nuestro error creerte interesante, es nuestra estupidez la que nos tortura cuando lloramos por sentirte cerca cuando no eres más que un grave que no tiene fin. Es ahora cuando dejo de ponerle humanidad a la nada, al todo, a lo inefable.

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