/28/05/17/
Querido universo:
La ventana está abierta y observo y escucho al universo ajena a todo lo que ocurre, como si yo no tuviese que ver con el mundo.
Veo esas sonrisas de regaliz, puramente falsas, porque de regaliz no tienen nada, y, también veo como se tiren bolas de algodón de azúcar los unos a los otros. Y sí, parece que les duele.
También parece que les duele que los dejen como la última gominola que queda en la bolsa, y nadie nunca quiere comer. Parece que les duele. Y sí, doler duele. Por doler, duele mucho.
Se ríen de ti con esas sonrisas tan falsas, que cambian de regaliz a aguja e hilo, no porque se queden callados, sino porque descosen todo lo que dicen.
Cojo los trozos de pan mojado ¿dolerá? Mucha gente lo hace, no puede ser tan doloroso.
Luego te dejan a ti tirado, como aquel papel olvidado, y, en cualquier momento, sales volando.
Desgraciadamente, vuelvo a la realidad, en la que no estoy ajena al universo sino que yo soy parte del universo. Soy la pieza de una máquina, pero que puede ser prescindible.
Revolviste los cables, y me dejaste ahí, sola. No te odio por ello. Pero te voy a preguntar algo;
¿Cuántas personas recibieron el mismo destino?
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