De tiempos inmemoriales, en un lugar muy, muy lejano, unas gentes vivían en la desesperanza y el hastío recordando épocas doradas que nunca vivieron sus hijos y contando sueños rotos de un quebrado porvenir. Entelequias compartidas en lugares comunes, de consumo de líquidas sustancias que conducen a la embriaguez. Dinámicas y vías de escape de la maquinaria del solipsismo vital en el que veían inmiscuidas sus penosas existencias.

Y no es que la vida no tenga sentido, porque saben que el sentido de la vida se construye en el existir. Es que sus alas han sido cortadas, y sin metas y esperanzas se hace más duro la tarea del vivir. No se trataba del estado de ánimo, del pulso vital, esto era una consecuencia de lo que les estaba tocando vivir. Empleos que no eran trabajos, modos de subsistencia que solo valían para consumir el “soma” que les hacía pasar el trago amargo de haber visto sus horizontes vitales rotos, por expectativas contadas por los de arriba que sabían que nunca se iban a cumplir. Y mientras aquellos inventores de metas inalcanzables vivían a todo lujo, el resto de gentes estaban encadenadas al bucle de la indignación.

Pero un día, un grupo de jóvenes se levantó y crearon la palabra dignidad. Con sus ganas, su coraje e ilusión, pretendían romper la ruleta de la monotonía. Se preguntaron, ¿porqué si somos ratones, nos dejamos gobernar por gatos? Y como el esclavo que sale de la caverna y retorna a ella para liberar a sus hermanos, este grupo de jóvenes se propuso hendir esas fuertes cadenas que impedían la emancipación popular.

—La historia aún continúa— le comentaba la anciana a su nieta adolescente.

Ésta, anonadada por el relato que le contaba la progenitora de su progenitora, no lograba dar crédito de cómo la memoria pudiera ser tan frágil y vulnerable, secuestrada por los gatos que contaban cuentos alienantes, seductores de masas, como hiciera aquel flautista de Hamelín.

—¿Y si se abre un tiempo nuevo?— Se preguntaba la joven adolescente. —Quiero crear unos conceptos nuevos, como hizo ese grupo de jóvenes con el término dignidad. Y esos conceptos nuevos que abrirán la época nueva se llamarán justicia y libertad—.

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