La relación humana data desde que el ser humano tomo conciencia que había unos seres, más o menos como ellos, caminaban, emitía sonidos guturales; y así, día tras día, año tras año, siglo tras siglo, hemos llegado a nuestros días.

Y me hace pensar en como nuestra relación no se parece a la del animal no racional. Muy sencillo, ellos viven para satisfacer sus necesidades diarias y nosotros las necesidades de garras. Si de garras, de agarrar de atrapar, de engullir, de amenazar y esto, ¿a qué nos lleva? La justicia la toman solo los humanos, la ira los humanos, la lujuria los humanos, el rencor los humanos, la avaricia los humanos.

Un Ángel va volando por el mundo y con sus alas al viento remonta todos los lugares que a su paso ve. Su vuelo largo distendido, fugaz y armónico no es humano, si un humano lo hubiera visto le quitaría las alas como material, la felicidad como sentimiento y los ojos por envidia pues ellos no pueden sentir tal belleza en la vida.

Otro ser de nuestro universo, las estrellas; se ven diminutas pero como el sentimiento son grandes y brillantes, hermosas en una noche de verano cálido, las estrellas nos acompañan, nos emiten su felicidad y su generosidad con la luz que desprenden y regalan, son dichosas. Si el ser humano pudiera le quitarían esa hermosura, su brillo y su generosidad como parte espiritual.

En legítima defensa los humanos matan, roban, huyen de todo lo que le vayan a responsabilizar. Se escudan en sus derechos, pero ellos no tienen obligaciones solo su creencias de dioses de barro. Los guerreros de barro que encontraron nos dicen que no hay uno igual, miles de guerreros como los humanos, tan solo por un lunar ya se esconden en su lugar.

El significado de la vida humana nos deriva a un estudio de las actividades finalizadas que puede tener el hombre. ¿Que quiere decir esas palabras emitidas guturalmente?

No se piensa que el Ángel se puede transformar y nos cogerá de sorpresa, nunca pensamos que nuestra fuerza pueda ir contra nosotros; los sufridores, los maltratados, los que nos creen ignorantes, nos revelaremos e iremos contra ellos, hay fuerzas que son débiles durante siglos y poco a poco se van endureciendo, reforzando; un día inesperado se robustecen, se vuelven como ellos y cuando estas dos fuerzas se vean frente a frente y quieran quitarse uno al otro, robarse uno al otro, matarse uno al otro, humillarles unos a los otros, llegarán en Cíclope y destruirá a los dos que se enfrentan.

Aparecerá la libertad, que es la facultad de escoger entre los medios que conducen a un fin determinado. ¿Y determinará el sufrimiento? El sufrimiento es un constante en la especie humana, es un ir y venir, es un agente maléfico que daña la mente y el alma, devora corazones como un león hambriento; ¿qué espera el ser humano maléfico? ¿Que espera de sus malos actos y truhanes ancestros, de sus amenazas a los pobres, débiles acentos y glorias infernales? ¿Qué podemos esperar?

La vida es un harapo descosido, desgarrado, pisoteado, enmugrecido por la avaricia y el poder, por la lujuria abismal que nos corroe el alma, el pensar y el espíritu. Tú, perro encarnizado de la vida, ¿a dónde vas?, ¿a dónde parirás irascibles criaturas?, ¿por dónde serpentearás tus uñas humanoides y descarnadas de la ira?, ¿a dónde irás por las montañas, montes y valles, fríos, oscuros y los rastrojos te abrasaran por la ira de la vida?

El alma, de nuevo, volverá a resurgir de las cenizas como el Ave Fénix; la mente mata, la destruye, pero ese resurgir en volandas hasta la cúspide del pico más alto del Atlas, volverán, se irán y lo conseguirán. ¿Madre de dónde venimos? tú a callar que el que calla acepta y descansa. La mente fría consigue lo que quiere, sus pasos son acertados, nunca tropieza en la misma piedra, su mente fría lo guía por un camino no pedregoso ni vacío. O, ¿madre a dónde me lleva mi mente? y mi cuerpo nota que lo llevan al vacío, o madre para, para que no quiero ir por ese camino con piedras, me lastiman, me duele, me duele y no encuentro acomodo sino hastío.

O Divina Comedia que me llevas al vacío, o madre de piedra que tu dureza me hace doler mi cuerpo, o madre tu dureza me avasalla y me llena de bultos dolorosos, sanguinolentos y podridos. Para, para que ya nos vamos por el sendero vacío de piedras, guijarros y ortigas secas que es el destino; madre, madre, para que no siento si tengo frio, no siento nada solo que he quedado frio, helado y dolorido.

Aparece el sol blanquecino, sin ganas, con hastío y con un poco de dulzura va amaneciendo y sale el fluido del aire limpio y recogido, en una canasta de Mimbre que yo misma he tejido. Madre, madre detente que ha amanecido, los pájaros cantan, el sol nacido nos indica el camino claro y erguido, como las amapolas en primavera sobre la hierba verde que nos bendice los pies, los refresca y los masajean con deleite y amorío.

Oh piedra silvestre, ¿de dónde vienes? ¿Vienes del mundo frio y estéril, o del humano silvestre? Si hay humanos silvestres, crecieron en el campo pero sin amapolas, sin sol, sin hierba ni amanecer claro, solo oscuro como la noche.

El humano de piedra va por el mundo estéril, sin más recursos que las piedras que a su paso salen para que tropiece, le hagan llagas, frías, malolientes; con sus cruces encima para que el pesar de sus pecados le hieran y lleguen a doler como les duele a los que ellos les hicieron sufrir como animales no humanos y sangrando hasta los dientes. Humanos que me oís, no rechinéis los dientes, que fuisteis malos rencorosos, malos ladrones, malos usureros y malos compañeros del camino de la vida, ya saliente y podrida por la muerte.

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