EL TIEMPO INMÓVIL

Vosotros, que miráis el firmamento, no creáis a los sentidos que son mentirosos exaltadores de la apariencia. Los elementos del universo no son el espacio, el tiempo y la materia. El espacio solo es nostalgia sentida de seres antiguos, que empeñados en frecuentarla y desaparecidas hoy sus vidas, hicieron de la melancolía algo objetivo y externo, como un puente que se reforzara con el uso y se objetivara con la muerte.

El Tiempo es ansiedad sufrida por hombres muy remotos, que visitaron la angustia como novedad de las vísceras y después la arrojaron a los espacios externos, convertida en esa música vacía que destruye y arruina murallas y rostros, transmutada en ritmo sin sujeto que hoy es universal y cantidad, elevada a Medida por la muerte de sus sufridores.

Lo objetivo es el cementerio de lo pasado. La Naturaleza es el esqueleto de una intimidad cosificada, caída en el número. La materia sólo es una exageración del esfuerzo. No existe cosa que no haya sido alma, pero lo contrario también es verdadero, como mostraré.

Fijaos bien en el número decimal 0,12345678910111213….. =0,N. Contiene cualquier combinación de números que imaginéis, y si cambiáis los números por letras, encierra cualquier texto que podáis concebir. Todo.

La biografía de de todos los minutos del Devenir, los libros perdidos de Demócrito, la descripción precisa de tu muerte, la falsificación elocuente de todo lo anterior, el argumento que razona que los números son inventos, y que este cosmos numérico que acechaba escondido en la matemática desde la eternidad, lo ha colocado allí la fantasía. Sí, ese argumento también está allí desde antes de que nacieran las ciudades, desde la primera mañana del Tiempo… quise decir, desde el primer conato de angustia. Pero esto es aún tortas y pan pintado:

El número “0,N” contiene toda cifra y todo texto… ¿Pero y el resto de los números como pi o raíz de dos que también cuentan historias infinitas? No pueden estar presos en 0,N, porque entonces 0,N sería igual a estos números y no existiría sino un solo número, pero esto es falso. Existen infinitos números que cuentan relatos infinitos y esta infinitud de infinitudes, bauticémosla Omega, sobrepasa la pobre Eternidad. Prueba de ello es que aunque el propio Tiempo aprendiese a leer y devorara (como lector, claro) toda la literatura que hay guardada en Omega, jamás podría acabarla, porque el tiempo pertenece a la infinitud menor, a lo interminable más bajo cuyo límite es N. Sólo podrá leer una infinitud, pero no infinitas infinitudes. Entonces, si la literatura total que pueden sepultar estas cifras es mayor que la Naturaleza ¿Quién eres tú, arcilla limitada, para suponer que la has inventado?

Omega Se derrama fuera de la copa de la Naturaleza, y la excede indefinidamente. Si toda la creación, aunque sea infinita, se recostara sobre las gestas poéticas y absurdas que ladran estos números, sobraría un trecho…. Infinito. El cosmos entero desciende de Omega, porque es inferior a ellas y éstas son Causa material y formal de lo finito y lo infinito. Quizá por eso a veces digo cosas tan extrañas…. Porque intuyo este Infinito Máximo, y su carácter aún no leído inspira mis palabras, y su cariz aún no nacido sopla sobre mi pluma. Sabiendo esto, toda Libertad es Pasado; toda novedad es Quietud; Cualquier imaginación es Anciana; todo libro desvalija una Eternidad anterior a la eternidad; cualquier creación desentierra lo Inmutable.

Visto así, todos nuestros actos son divinos, pero también insignificantes. Toda Historia es pretérita por su antigüedad y mitológica por su Perennidad…. Entonces, si cualquier cosa es burda alegoría de lo Invariable y torpe signo de lo Perpetuo. ¿No es la alegoría el lenguaje natural del alma? ¿No es el signo la firma solemne de lo subjetivo? Al principio el alma descubre el número, después, la Matemática inventa el alma para extinguir ese espejismo del antes y el después, pero como olvidas tu muerte en el tiempo, siempre redescubres tu existencia imperecedera en el número.

También el presente es ilimitado. ¿Tiene cantidad o es un punto? Si es un punto, ni la suma de incontables “Ahoras” podrían formar un intervalo de tiempo. Si tiene cantidad, podríamos calentarnos las manos en un fuego extinguido, y mi paso por la salita formaría una sucesión de espectros que van muriendo en su sucesor. Es punto y es cantidad. Lo muestro: Imaginaos un reloj cuyas manecillas abrazan una longitud infinita. ¿Cuánto tiempo tarda el segundero en dar una vuelta al reloj? Depende. Desde el reloj, sesenta segundos; desde una distancia ilimitada, el segundero barre áreas infinitas en tiempos finitos. Cuando dos varillas forman un ángulo cuyo centro es el reloj pero que se abren y abisman en forma de “V” hacia lo remoto, situado a una distancia considerable, verías que ese ángulo inabarcable, puede ser anulado en un segundo. Duración aquí, infinita velocidad allá. Con tales Padres tan mixtos y contrarios, no debería extrañar que el presente sea paradoja y que el tiempo sea duración para quien espera, pero movimiento inconmensurable para quien se aleja. Si tan rico es el puntual presente, el tiempo no es menos numeroso de enigmas: Si yo imagino el tiempo, no como una cuarta longitud donde se vé simultáneo lo que aquí sufrimos sucesivo, sino como un choque entre el tiempo de la Razón y el tiempo de la Sensación: Me explico. El tiempo de la Razón es el que te enseñaron en la escuela: Pasado, Presente y Futuro ¿Cómo es el tiempo de la sensación? Sencillo. Coge un bolígrafo y denomina a su parte trasera como Pasado, su zona central es el Presente y la posterior es el Futuro. Ahora haz avanzar el boli hacia adelante, hacia el futuro… ¿Qué sucede? Pues que lo primero en pasar y en convertirse en pasado es el Futuro y lo último en convertirse en pasado ¡Es el pasado! ¡El tiempo de la sensación está invertido! Somos dos universos que no pueden coexistir entre sí…. Quizá por eso no encajamos en ningún sitio.

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